Sobre Mester de Narradores de la Academia Dominicana de la Lengua

El grupo Mester de Narradores de la Academia Dominicana de la Lengua reúne a varios narradores y narradoras, dedicados a la producción y a la promoción de la literatura de la República Dominicana.

El colectivo es coordinado por el destacado escritor Manuel Salvador Gautier. Está integrado además por Ángela Hernández, Rafael Peralta Romero, Emilia Pereyra, Ofelia Berrido y Miguel Solano.

El grupo Mester de Narradores participa en actividades literarias como paneles, conferencias y en otros eventos destinados a promover y difundir la literatura dominicana.

En este blog encontrarán textos de los integrantes del grupo Mester de Narradores de la Academia Dominicana de la Lengua y temas relacionados con la narrativa.
Gautier Gana Premio Nacional Feria del Libro


El destacado escritor Manuel Salvador Gautier ganó, el pasado mes de mayo de 2011, del Premio Nacional Feria del Libro Eduardo León Jimenes 2011, otorgado por Grupo León Jimenes.


La obra galardonada se titula “Dimensionando a Dios”, y versa sobre una interesante y poco estudiada etapa de la vida de Juan Pablo Duarte, libertador de la República Dominicana.


“Estoy escribiendo desde 1986, pero nunca pensé que obtendría este premio. Muchas gracias a todos y especialmente a los miembros del jurado”, expresó el prolífico narrador.



El libro de Gautier explora el viaje realizado por Juan Pablo Duarte a Barcelona de 1829 a 1831.


El veredicto fue dado por un jurado compuesto por los reconocidos intelectuales Jeannette Miller, Adriano Miguel Tejada y José del Castillo, quienes destacaron la calidad de la obra, la cual sobresalió ante 55 títulos que compitieron por el premio.


Según el veredicto la obra de Gautier destacó “por su calidad literaria y su excelente ritmo narrativo, que explora, utilizando la realidad histórica y la ficción, la conexión de Juan Pablo Duarte con Barcelona y los movimientos libertarios de la época que dan forma al pensamiento histórico del Padre de la Patria”.


Al acto, celebrado en la Sala de la Cultura del Teatro Nacional Eduardo Brito, asistieron ejecutivos del Grupo León Jimenes, funcionarios del Ministerio de Cultura, así como escritores, poetas, literatos y un público amante de la cultura.


Escritora habla sobre “El Yo del escritor en la creación novelística”

Academia Dominicana de la Lengua recibe a Ofelia Berrido como Miembro Correspondiente

La Academia Dominicana de la Lengua, mediante un acto solemne, dio ingreso formal a la escritora Ofelia Berrido como Miembro Correspondiente de la misma con la Conferencia -ensayo “El Yo del escritor en la creación novelística”.

La autora de “El sol secreto” fue presentada al público presente por Federico Henríquez Gratereaux, quien en una bella semblanza habló de las cualidades del nuevo miembro y sobre la dicha que tienen aquellas personas que encuentran su verdadera vocación.

La participación de Henríquez Gratereaux resultó interesante y muy amena. De inmediato Ofelia Berrido dictó la conferencia en la cual planteó su propuesta con las siguientes palabras: “El Yo del escritor planteado al desnudo y con profundidad, entregado totalmente al acto de creación y accediendo en tales condiciones a niveles superiores de conciencia y a los más profundos pozos del inconciente es el principal responsables de una obra intensa, rica y permanente porque plantea a través de ese Yo el Yo Universal, el hombre y la mujer de hoy y de todos los tiempos. . ."

El Director de la Academia, Bruno Rosario Candelier, quien le entregó a la novelista el pergamino que la acredita como académica, expresó que en atención a sus meritos lingüísticos y literarios, su aporte al desarrollo de la novela dominicana y su labor cultural a favor de nuestras letras la Corporación convino en nombrar a Ofelia Berrido individuo suyo en la clase de Miembro Correspondiente.

Le dieron la bienvenida los Académicos Miembros de Número: Víctor Villegas, González Tirado, y José Henríquez y entre los Miembros correspondientes Manuel Salvador Gautier y Emilia Pereyra y Roxana Amaro y Darío Bencosme.

La lingüista Roxana Amaro, con su reconocido don de la palabra, condujo el evento, mientras un público, compuesto por escritores, amante de las letras, amigos y contertulios, disfrutó del acto, y al término del mismo todos compartieron juntos en el patio interior de la Casa de las Academias.


El escritor Peralta Romero gana premio El Barco de Vapor

El escritor Rafael Peralta Romero fue declarado ganador del premio El Barco de Vapor de novela infantil, patrocinado por la Fundación SM y que tiene una dotación de 200 mil pesos.

Los señores Eduardo Guerra, gerente general, y Luis Miguel Aguas, director editorial de la editorial SM, entregaron al escritor Peralta Romero la estatuilla correspondiente en un acto realizado en la quinta Dominicana, de la zona colonial de Santo Domingo.

La obra ganadora es “De cómo Uto Pía encontró a Tarzán”, que cuenta la historia de un adolescente que salió de su pueblo a encontrarse con Tarzán, el famoso personaje creado por Edgar Rice Burrough, a quien encontró en una residencia para ancianos.

El libro de Peralta fue escogido entre 52 que participaron en el certamen, de las cuales quedaron como finalistas: “Los invisibles y los terrenales”, de Patricia Acra, y “Los cazadores de nubes”, de Ramón Gil.

Las dos novelas finalistas serán publicadas y presentadas al público en el mes de abril en el marco de la celebración de la XII Feria Internacional del Libro.

Al recibir el premio, Peralta Romero pronunció un discurso en el que resaltó el impulso del premio El Barco de Vapor, que ha realizado dos versiones en República Dominicana, a la creación de novelas infantiles, un género “tradicionalmente preterido” y que hasta hace poco tiempo provocó escaso interés entre los escritores dominicanos.

Dijo que recibe el galardón “con justificado alborozo y con el convencimiento de que se trata de un indudable reto como escritor, y muy particularmente acentúa mi compromiso con la literatura infantil”.

El escritor se refirió a la responsabilidad que tiene la literatura infantil en el desarrollo social de una nación y consideró que plantearlo parece una utopía, “pero no lo es, si se toma en cuenta el papel del lenguaje en el desarrollo de la personalidad y de las aptitudes del individuo para establecer las debidas relaciones con la colectividad”.

“La influencia de la educación en los primeros años de vida del niño resulta determinante para toda la existencia del mismo. La formación de dominicanos: correctos, pensantes, educados y sociables deberá conllevar acciones realizadas a partir de los primeros años de vida de esos nuevos ciudadanos”, declaró.

Dijo además que la lectura es la vía más idónea para iniciar a un individuo desde la niñez en la práctica de la comunicación, y para eso se produce la literatura infantil. “De ahí que no me parezca nada utópico asociar la literatura infantil con las posibilidades de cambios de una sociedad”.

Afirmó, de igual modo, que mucho menos se considerará utopía si se pondera juiciosamente la función de la literatura en el desarrollo de las competencias lingüísticas de los pequeños. “Niño que no lee o que no le leen, no logrará el desarrollo pleno de sus facultades intelectivas, dado que las competencias lingüísticas constituyen el eje central para desarrollar las demás competencias”.

Peralta citó el juicio del lingüista Pedro Salinas, quien ha considerado que “La persona se posee a sí misma en la medida en que posee su lengua”, y agregó al respecto que quien no maneja adecuadamente su lengua no puede poseer el mundo exterior.

Destacó la importancia de la imaginación en el desarrollo intelectual del niño y recomendó que la escuela aplique más los recursos que permitan al niño imaginar e inventar.

Peralta destacó que en el país se está escribiendo literatura para niños, y que se desarrollan “esfuerzos para alcanzar la autosuficiencia en cuanto a producto literario destinado a nuestros niños, construido con materiales de aquí e inteligencia de aquí”.

Proclamó la necesidad de que padres y maestros ofrezcan a los niños la oportunidad de jugar con las creaciones literarias, divertirse con ellas. “Y percatarnos todos de la importancia de la fantasía para los pequeños”.

El intelectual, profesor de la Facultad de Humanidades de la UASD, reclamó que los maestros asuman la promoción de la lectura “como un asunto de ética” y lo justificó en la afirmación “de la capacidad lectora depende la adquisición de los demás conocimientos, y de la educación depende el cambio en los individuos y en la sociedad”.

Insistió en que “sin el desarrollo de las competencias comunicativas, es imposible que el individuo alcance capacidad para conocer, actuar e interactuar en los diferentes contextos y situaciones”.

27 de marzo de 2009.


Escritor Peralta Romero presenta novela de Rafael Darío Durán

Con el diablo en el cuerpo: Una novela llena de fascinación y encanto


Por Rafael Peralta Romero


Diferenciar entre un personaje de ficción y el personaje de real existencia ha provocado muchas horas de reflexión y estudios entre los especialistas de la creación literaria. Todo ello, a pesar de que desde el punto de vista formal, persona y personaje son conceptos bien diferenciados.

Las personas somos todos los seres humanos, no importa la constitución física o síquica, no importa su condición social o económica ni tampoco importa dónde haya nacido o vivido. Las personas, por demás, tenemos fecha de nacimiento y cédula de identidad y estamos sujetas a las leyes naturales, las cuales imponen entre otras acciones: nacer, crecer, relacionarse, alimentarse, reproducirse y desaparecer.

Se ha creído que los personajes son puro invento de los creadores literarios, que los personajes sólo existen en los cuentos, las novelas, el teatro y en las producciones cinematográficas. Eso se ha creído con aparente lógica, porque como se ha dicho, los personajes se han hecho a imitación de las personas.

Pero no siempre los narradores las tienen todas consigo al momento de trazar los caracteres de un personaje, porque la invención de sujetos ficticios con suficiente vida y sentimientos no resulta trabajo tan fácil, y no pocos teóricos de la literatura se han referido a la conformación de personajes como una tarea altamente compleja.

Por ejemplo, Pío Baroja ha considerado al respecto lo siguiente: “Para mí, en la novela y en todo arte literario, lo difícil es inventar, más que nada inventar personajes que tengan vida…”.

Parecerá entonces, que la sustancia principal para la conformación de los personajes literarios habrá que buscarla en las calles, en los parques, en las fábricas, en los bares, en los mercados, en los caminos, en los conventos, en los recintos militares y en cualquier lugar donde se mueve la gente.

La vida presenta con frecuencia sujetos reales que se tornan en seres que parecen de fantasía, que adoptan actitudes y formas de ser que los tipifican como auténticos personajes, cual si fuesen producto de la creación, de la fecunda imaginación de un autor literario.

El quehacer político es abundante en este tipo de figuras, que sobresalen de su marco por los comportamientos que asumen, los cuales le imprimen determinados niveles de extravagancia, la que a su vez conduce a confundir a esa persona real con un ser sacado de la imaginación.

Tenemos en nuestra historia política a personas cuyos caracteres no permiten diferenciarlas de los personajes creados.

Lo cierto es que son los hechos ocurridos en su vida, su constitución sicológica, su concepción de la vida, del amor, su relación con los demás seres humanos, su ambición o su desinterés, su generosidad o su egoísmo, su inteligencia o su torpeza lo que determina que una persona real se convierta en personaje apto para el tratamiento literario, para ser aprovechado por quienes se dedican a contar historias dignas de ser leídas y provocar emociones.

Pero no sólo los políticos son a menudo materia prima para los creadores literarios. Muchos seres marginales, cuya vida se ha limitado a los movimientos fisiológicos de su organismo, se prestan también para roles destacados en la literatura de ficción.

De modo que podemos encontrar personajes en las casas humildes como en las mansiones opulentas, en los prostíbulos como en los conventos, en las universidades como en las galleras, entre los agricultores como entre los sacerdotes, entre los guardias como entre los guerrilleros, entre los patronos como entre los trabajadores.

Estas apreciaciones vienen a propósito de que Rafael Darío Durán nos ha convocado para presentar su nueva novela “Con el diablo en el cuerpo”, la cual está basada en la vida de una persona real a la que el autor le ha descubierto la condición mítica, es decir cuya vida resulta una materia prima procesada para el desarrollo de una historia de ficción contable, novelable y filmable.

Porque, definitivamente, ha habido personas, y sigue habiendo, ante cuyos perfiles, la capacidad inventiva de un escritor puede resultar insuficiente. Ahí es, precisamente, que el novelista pone a prueba su talento para discriminar entre hechos y personajes que encierran valor, que resultan buenos materiales para elaborar su obra, y los que equivalen a pajas o materiales de desecho.

Con ésta, su tercera novela, Durán ha demostrado un adecuado manejo en este discernimiento. Sus oídos, sus ojos, su sensibilidad lo han conducido hacia un tema que estaba ahí, esperando un autor que le diera la forma definitiva de una novela.

Y él lo ha hecho de la mejor manera, porque ha sabido combinar la importancia de un hecho con el manejo de la técnica narrativa, porque ha sabido imprimir sentido literario a la vida de una persona y porque ha sabido infundir vida a los demás personajes que acompañan al personaje principal a fin de que la historia culmine eficazmente.

Durán hace lo que José Ortega y Gasset ha considerado que tiene que hacer quien desee embarcarse en la trabajosa aventura de componer una novela. Dice Ortega:

“En suma, el novelista, si se quiere, tiene que copiar la realidad, pero en ésta hay estratos superficiales y estratos a que aún no había llegado nuestra mirada. Es un buen novelista quien posee perspicacia bastante para sorprender estos estratos profundos y gracia suficiente para copiarlos”.

Rafael Darío Durán ha encontrado el componente activo de su obra en la vida accidentada de la cantante cubana La Lupe, que estuvo en la cima de la popularidad y del bienestar económico, para caer en el abismo y en el más horrendo olvido, debido al vicio.

Como toda diva, fue prisionera de su necesidad de reafirmación por medio de la adulación y en su caso, también del sexo desordenado. Resalta en la vida de esta mujer, además, su estilo desafiante, lacerante, alocado, que llegó hasta molestar al poder político.

Para recrear la vida de la Lupe, nacida en Santiago de Cuba, cuya voz inundó intensamente radios y velloneras de nuestro continente como pregonera de sentimientos y pasiones en los que el erotismo alcanzó su máxima expresión, Durán, como meticuloso orfebre, como entusiasta inventor, recurre a la creación de otros personajes que resultarán más que útiles, indispensables.

Porque eso sí, todos los personajes en esta novela cumplen un rol, sin el cual la obra quedaría torcida.

Es el caso de Josua, mecanógrafo de oficio, quien decide abandonar su país, República Dominicana, (además de su hijo y esposa) con destino a Cuba, con el interés de encontrarse con el escritor Ernest Hemingway, a quien idolatra.

Piensa ver a Hemingway en la finca Vigía y ofrecerle sus servicios como mecanógrafo. El viaje se realiza en el momento en que los expedicionarios del 14 de Junio de 1959 recién acaban de llegar al país con el fin de derrocar a la dictadura de Trujillo.

En La Habana, Josua conoce a una hermosa mulata, llamada Mireya, estudiante de medicina y jinetera por necesidad. Además, de un taxista, Julio Escarramán, que será quien lo pondrá en contacto con el oficio de fotógrafo, creando las condiciones para llegar hasta La Lupe.

Intenta aproximarse al escritor, pero sus amigos parecen ocultar un terrible secreto y con evasivas no le ofrecen la ayuda necesaria para su objetivo. Visita La Bodeguita del Medio, con la falsa creencia de que era el lugar que frecuentaba Hemingway, quien en realidad tomaba tragos frecuentemente en el bar Floridita. Su búsqueda fracasa y finalmente decide ir directamente a la finca Vigía a pedir una entrevista.

Josua comienza a frecuentar un bar llamado La Red, donde conoció, a través de Mireya, a una mulatita que cantaba todas las noches. Su nombre: Victoria Yoli Raymond, mejor conocida como La Lupe, que aunque era de Santiago de Cuba, residía en La Habana. Recién separada de su esposo, la cantante entabla una relación con Josua, quien termina idolatrándola y amándola de forma enfermiza.

A través de Josua, el lector va mirando el meteórico ascenso de La Lupe y también su estrepitosa caída. Aunque sus encuentros amorosos son más frecuentes y apasionados, La Lupe insiste en que no lo ama. Josua se conforma con verla y prestarle asistencia personal.

Las desgracias van en cadena: se cae de una ventana y queda paralítica, se incendia el apartamento donde vive y debe ir a vivir a un asilo. Luego viene el milagro de la conversión religiosa de la antigua devota de la santería.

Tras veinte años sin ver a su familia, Josua decide retornar al país lleno de dolor por la muerte de la Lupe, pero en el avión conoce a una artista en ascenso y en una escala en Santo Domingo, pero no sabremos si él decidirá llegar a su casa o aceptar la propuesta de la cantante para que sea su fotógrafo personal.

La novela de Durán no sólo cuenta la historia de esta cantante borracha y atormentada, seducida por los vicios, sino que éste es el pretexto para el autor radiografiar, por ejemplo, el fenómeno de la emigración, que marca a miles de familias en todos los países del mundo, la curiosidad del ser humano por conocer otros destinos, vivir nuevas experiencias, no obstante las consecuencias emocionales que esto arrastra.

La coprotagonista Josua, y sus familiares (abuelo, abuela y padre) son un ejemplo de este fenómeno socio-económico. Josua no es sólo la encarnación de esa ansia de emigrar del ser humano, sino de un hombre sin personalidad, un fanático seguidor de íconos y de cuestiones inverosímiles.

Una novela basada en hechos reales es una obra de arte y es una obra de sociología. La novela de Durán toca, con visión interpretativa y gusto de creador literario, asuntos que están a la vista, pero que precisan de una visión y una capacidad de abstracción que permitan una valoración precisa y justa sobre los mismos.

Es lo que hace Durán respecto del exilio cubano en los Estados Unidos. La transformación que se produce en los colaboradores del régimen de Fidel Castro cuando pasan a formar parte del exilio constituye un fenómeno provocativo, incitador del juicio especulativo. Aquel personaje llamado Julio Escarramán, quien orientó a Josua a su llegada a La Habana, es un buen ejemplo, como lo maneja Durán, de este aserto.

La vida íntima del pueblo cubano, con sus estrecheces y su ingenio para sobreponerse a las mismas y los efectos del bloqueo económico a que el gobierno norteamericano somete a ese pueblo, encuentran cupo también en esta novela, basada en un personaje de la farándula, pero que trasciende las delectaciones de los sentidos y las trivialidades propias del tipo de gente que protagoniza la obra.

De manera general, los hechos que van ocurriendo en el país desde la Gesta de 1959 (cuando se inicia la novela), el tiranicidio, el gobierno de Juan Bosch, la Revolución de Abril y la invasión norteamericana de 1965, el ascenso de Joaquín Balaguer al poder y la llegada del segundo gobierno del PRD, forman parte de la atmósfera política en que se desarrolla la historia.

De modo que no me queda más que reiterar lo expresado en el texto incluido en la contratapa de la obra que hoy circula con el sello de editorial Gente:

“Con el diablo en el cuerpo” es una novela realista, por cuanto parte de situaciones reales, protagonizadas por sujetos reales. Paradójicamente, los personajes reales han arrastrado a los ficticios, necesitados por el autor para construir, o reconstruir, una historia terriblemente dramática y profundamente rasgante. Se trata de la vida excepcional de la Lupe… tan característica y tan digna de narrarse.

Rafael Darío Durán recrea la existencia accidentada de la cantante cubana, y lleva al lector con ella hasta la cima de la popularidad y del éxito, para que éste la vea descender al abismo moral y rodar por el más horrendo olvido. Víctima de la fama, el vicio y la adulación, Lupe asumió un estilo artístico desafiante y lacerante que llegó a molestar a Fidel Castro, lo que sin duda añadió un toque de fatalidad a su azaroso vivir.

La Habana, Caracas, Nueva York y Santo Domingo sirven de marco a una narración desbordante de pasión y lirismo en la que los hechos políticos soportan el trasfondo de una historia que interesa y conmueve, por la forma en que presenta las interioridades del alma humana. “Con el diablo en el cuerpo” es una novela repleta de fascinación y encanto.

*Texto de la disertación del escritor Rafael Peralta Romero para presentar la novela “Con el diablo en el cuerpo”, de Rafael Darío Durán. 26-11-2008.



Emilia Pereyra ingresa a la Academia Dominicana de la Lengua

La narradora pondera el valor de la palabra



Al ingresar formalmente a la Academia Dominicana de la Lengua, como miembro correspondiente, la escritora y periodista Emilia Pereyra ponderó el valor de la palabra y expresó que su empleo debe ser realizado con sentido de la responsabilidad.


“Asumo que trabajar con la palabra es un privilegio, un compromiso y una gran responsabilidad. La palabra es poderosa. Puede construir o destruir. Puede causar esplendor, traumas o inmundicias, y a menudo se utiliza sin que se ponderen sus efectos”, manifestó tras ser recibida, con una conferencia sobre su obra, presentada por el presidente de la institución, doctor Bruno Rosario Candelier.

En su exposición, titulada “Testimonio de mi creación”, Pereyra manifestó que la literatura, campo en el que ejerce ampliamente la libertad, ofrece infinitas posibilidades para la creación, para construir y reconstruir realidades y mundos imaginarios.

Resaltó el valor de la lectura, que le ha ofrecido la posibilidad de adquirir conocimientos legados por la cultura y la extraordinaria oportunidad de ampliar los horizontes existenciales e intelectuales, por lo cual la recomienda.

En tanto, Rosario Candelier recibió a la escritora azuana con una disertación, que tituló “Emilia Pereyra: Una narradora original y contundente". Candelier expresó que ella “es una de las narradoras fundamentales de las letras dominicanas contemporáneas”.


“Prevalida de una sensibilidad empática, poseedora de un fecundo talento narrativo y dueña de una voz original, recrea con esmerado estilo, a través de escenas y caracterizaciones ejemplares, los hallazgos de su fina intuición trasvasados al tramado de sus cuentos, relatos y novelas mediante los cuales ausculta el interior de sus criaturas imaginarias y perfila el sentido de tramas y anécdotas en una fresca visión novelística”, agregó.

Manifestó que el trabajo literario de Pereyra refleja la fina intuición que la distingue y la honda capacidad de observación de la idiosincrasia cultural dominicana. “Su narrativa revela que sabe perfilar y valorar lo que nos define y conforma”, añadió.

Pereyra ha ejercido el periodismo informativo, interpretativo y de opinión en importantes diarios dominicanos y ha sido ejecutiva de varios medios de comunicación.

En 1998 su obra “Cenizas del querer” figuró entre las diez semifinalistas del premio Planeta, uno de los galardones más importantes otorgados a novelas escritas en lengua española. Ha publicado además las novelas “El Crimen Verde” y “Cóctel con frenesí” y el libro de cuentos “El inapelable designio de Dios”. Además, el libro “Rasgos y figuras”, conjunto de perfiles biográficos previamente publicados en el diario Hoy. Algunos de sus cuentos han sido traducidos al inglés y al italiano.

17 de octubre, 2008.

Valoración sobre novela de la escritora Emilia Pereyra

Una narradora original y contundente



“Si somos capaces de auscultarnos, podremos dotar

de profundidad nuestros textos y personajes
”. Emilia Pereyra


Por Bruno Rosario Candelier


Conformación de historias, motivos y argumentos

Emilia Pereyra es una de las narradoras fundamentales de las letras dominicanas contemporáneas. Prevalida de una sensibilidad empática, poseedora de un fecundo talento narrativo y dueña de una voz original, recrea con esmerado estilo, a través de escenas y caracterizaciones ejemplares, los hallazgos de su fina intuición trasvasados al tramado de sus cuentos, relatos y novelas mediante los cuales ausculta el interior de sus criaturas imaginarias y perfila el sentido de tramas y anécdotas en una fresca visión novelística.


Con su indudable encanto personal y su probado acierto novelístico, Emilia Pereyra se ha ganado un alto pedestal en las letras nacionales. Poseedora de un carisma acrisolado en la forja de dones admirables y la plasmación de atributos conquistados con tesón, disciplina y estudio, su obra refleja la fina intuición que la distingue y la honda capacidad de observación de la idiosincrasia cultural dominicana. Su narrativa revela que sabe perfilar y valorar lo que nos define y conforma. En mi antología de autores interioristas, escribí sobre Emilia Pereyra: “Nació en Azua de Compostela, donde se forjó su vocación literaria. Desde muy joven formó parte del Círculo de Estudios Literarios Azuanos (Ciela). Licenciada en Comunicación Social por la UASD, ejerce el periodismo, la docencia y la consultoría de Relaciones Públicas. Columnista de un diario nacional, locutora, conferencista y narradora, ha obtenido galardones literarios por su creación narrativa. Autora de El Crimen Verde y Cenizas del Querer. Tiene una fuerza imaginativa engarzada a la Naturaleza con fresco aliento trascendente, remozante y creativo. En su pulcro manejo del lenguaje revela fluidez, precisión y verismo con una ternura expresiva y un valor humanizante. Sabe compenetrarse emocional, intelectual y sensorialmente con el objeto de su atención, logrando una narración densa y caudalosa con belleza poética y valores interiores. Miembro del Ateneo Insular en Santo Domingo, donde reside, labora y hace vida social y cultural” (1).

El contenido de sus ficciones se engarza al estamento socio-cultural de nuestros barrios urbanos populares. Emilia Pereyra tiene bien claro que una cosa es la realidad; otra, la propia existencia y, desde luego, el empalme de las condiciones individuales a una circunstancia vital no siempre cónsona con los ideales que internamos en la conciencia y el ordenamiento que la estructura social implanta en un medio histórico determinado. El novelista con conciencia del entramado social y cultural, como el ejemplo de Emilia, sabe que al enfocar la realidad no puede inventarla ni dulcificarla sino percibirla y describirla para dar un testimonio creíble de la historia que enfoca su ficción.

Emilia Pereyra pondera la energía creativa, que posee con alto potencial para canalizar sus obsesiones y angustias, así como los sentimientos y actitudes más auténticos de la condición humana. Cuando se está inmerso en el proceso creativo, todo incide en la conformación del producto literario o artístico: lecturas, películas, vivencias, intuiciones, observaciones, reflexiones y recuerdos, que coadyuvan en la caracterización de personajes, la descripción de ambientes y la recreación de escenas y momentos en la narración de anécdotas y peripecias. Como experta narradora, Emilia Pereyra vive, piensa y escribe novelísticamente. Vivir novelísticamente significa asumir el Mundo y cuanto acontece en el medio circundante como fuente de historias novelescas, al tiempo que su sensibilidad y su talante se aúnan al caudal de vivencias y obsesiones, al manadero de recursos inconscientes y conocimientos y, por supuesto, a la alforja de la imaginación, el lenguaje y la cultura para construir y encauzar, en los hechos, personajes y ambientes, la veta de temas y motivos que elabora para nutrir la vivencia estética con la cual adereza su ficción.

Como narradora y periodista, Emilia Pereyra valora el talento creador y la disposición para plasmar, mediante el arte de la palabra, lo que concita y estimula su sensibilidad. En su formidable estudio sobre el Interiorismo, nuestra destacada novelista consignó: “Todo creador tiene un impetuoso torrente interior que se ve en la necesidad de exteriorizar. Eso lo sabe y lo siente quien crea. Mientras pueda permitir que su savia más profunda fluya libremente, probablemente su aporte sea mayor, más verdadero y más sincero y, por tanto, más trascendente. Trabajando se presentan las ideas y se estimula la imaginación. Sin imaginación no existe literatura. La imaginación es una gran matriz que provee argumentos, estructuras y estilos. Es una especie de mayéutica. Es un parto cotidiano, una gestación permanente” (2).

Con su concepción de que la novela, en su esencia genérica, ha de reflejar el sentido de la vida y la existencia humana, Pereyra opta por los valores que le dan fundamento a la sociedad. Lejos de privilegiar las superficiales maneras experimentales, su narrativa se arraiga en las propuestas estéticas, clásicas y modernas, que enfatizan la dignidad humana y procuran la superación de las condiciones que desdicen de una existencia cónsona con el ideal de crecimiento y desarrollo, razón por la cual pone su mirada en las manifestaciones degradantes de la condición humana para que el lector tome conciencia de las expresiones indeseables de la realidad nefasta.

La narradora se propuso testimoniar las condiciones de vida de individuos humildes de los ambientes populares para que el lector infiera, de su existencia y conducta, su propia reflexión. Se trata de seres que a veces tienen la convicción de que nacieron con un destino fatal y, a su parecer, la misma vida le niega la posibilidad o la oportunidad para superar ese desafortunado sino. El hecho de situar en ambientes sórdidos, miserables y mezquinos, ubicados en parajes marginales de la gran urbe, ofrece una magnífica oportunidad para conocer el interior de esa realidad nefanda y apreciar la situación de atraso, ignorancia y penuria con las cavilaciones interiores de sus personajes ficticios. Se trata de sujetos de los sectores populares que viven rumiando su infortunio y descontento y, quizás, deambulan desorientados, tristes y solitarios.

El desarrollo de la conciencia es la meta suprema en la vida humana. Todo tiene una causa y todo tiene un efecto. Ya lo dijo Leucipo de Abdera, el pensador presocrático de la Antigüedad griega: “Nada sucede por azar. Todo sucede por razón o necesidad”. Somos nosotros, con nuestras acciones, actitudes y conceptos, quienes sembramos la semilla de nuestra felicidad o el rumbo de nuestra desgracia. Los personajes delineados por Emilia Pereyra dan la impresión de que carecen de sueños y metas, abatidos por sus obsesiones y delirios, como manifestación de sus condiciones materiales, conforme sus expresiones conductuales y afectivas, que la narradora canaliza pertinentemente.

Cinco vertientes temáticas enfoca y despliega nuestra distinguida narradora en Cóctel con frenesí (3):

1. La vertiente dominante de lo viviente en su expresión sensible. Desde el inicio de la narración de esta singular novela, la narradora nos atrapa con su lenguaje contundente, plasmado en expresiones firmes y elocuentes mediante oportunos trazos sensoriales, ágiles y precisos, sobre el perfil de sus personajes. Atenta a la faceta viva de la realidad, Emilia sabe aprovechar sus dotes de periodista, a las que suma su talento novelístico, para captar la vertiente sensorial de lo existente, de la que privilegia su faceta luminosa y el sentido de la vida, que su sensibilidad, porosa a lo viviente, ausculta y expresa:

Ajeno a cuanto acontecía en la esquina colmada de pregoneros vociferantes y sudorosos, el hombre encorvado siguió caminando con paso lerdo. Sus manos temblorosas, ásperas, se posaban como volubles mariposas sobre su rostro desencajado. El viento agitaba sus cabellos. Mediodía. El Sol espectacular del trópico se desparramaba sobre la ciudad. Rayos calientes. La brisa azotaba con furia las vestimentas de los transeúntes. Burundi, el hombre pequeño y esmirriado, no advertía el torrente de vitalidad esparcido a su alrededor, la vida, esa cotidianidad tumultuosa y bullanguera, se deslizaba ante sus ojos cansinos e indiferentes. A veces surgía en su cara una mueca, una dolorosa sonrisa (p.7).

Cerca de las tres de la tarde recogió las baratijas, botó la bolsa en un pequeño muladar y caminó. El Sol era intenso y ardía demasiado. Sol tropical; Sol rotundo. Rato después caía sobre la ciudad una lluvia implacable. Durante tres horas estuvo lloviendo sin amainar ni un momento. Santo Domingo era un lago nauseabundo. La gente se guarecía bajo los toldos de las tiendas. Esperaba ansiosamente que dejara de llover. En las aguas pestilentes flotaban cáscaras de frutas, papeles, pedazos de madera y cartón, zapatos viejos, ropas inservibles y cacharros. Las imprecaciones estallaban en las calles y avenidas (p. 8).

2. La vertiente sociográfica de la realidad en su expresión doliente. La novela constituye un reflejo de la realidad social que le reporta al novelista el caudal de aventuras y pasiones para articular una ficción. La narradora contrasta la doliente miseria de su protagonista con el esplendor de la Creación al delinear su figura y su accionar:

No retornó a la casucha en los días siguientes. Burundi moraba en plena calle mojando su cuerpo con el rocío del amanecer, emborrachándose con el final del crepúsculo, con la llegada de las noches. Dormía en los contenes, al lado de las puertas metálicas o en los rellanos de las escaleras. Se despertaba gritando, recordando con lucidez su última pesadilla (p. 24).

3. La vertiente gratificante de lo natural con su esplendor radiante. A la narradora le fascina la realidad natural. Dueña de una sensibilidad estética y una sensibilidad cósmica, la belleza del Mundo le despierta el sentimiento de admiración y gozo que la Naturaleza genera en los espíritus sensibles y que la autora engarza al estado emocional del actante del relato. En todos los capítulos el esplendor sensorial de lo viviente subyuga la sensibilidad de la narradora, índice del sentido estético y el sentido cósmico de su talante lírico:

Burundi estaba compungido. Se alejaba y pensaba. Recogía los retazos del pasado. Ya la tarde agonizaba. El cielo era azul violeta, matizado con alargadas vetas amarillas. Un soberbio espectáculo de la Naturaleza (p. 42).

El ocaso encontró a Burundi frente a las aguas del mar Caribe, de espaldas a la avenida George Washington, por donde se deslizan velozmente relucientes automóviles y vehículos destartalados. No lo embriagó la vista del Sol moribundo, hundiéndose en el agua serena, al final de la tarde. Al contrario, el acontecimiento le pareció aburrido y hasta vulgar. Le había visto tantas veces que no alcanzaba a explicarse por qué algunos conductores se detenían a observarlo, con evidente complacencia, como si se tratara de un hecho insólito. Con rudeza, se pasó las manos por los cabellos. Sintió, de inmediato, un ligero dolor en el cráneo. Su boca se crispó por un momento y luego tomó su forma natural. Sus ojos se fueron humedeciendo. Sentado, con la cara apoyada sobre una roca porosa, todavía vuelto hacia las aguas oscilantes, percibió cómo la brisa secaba sus mejillas. Las manos del viento le hacían caricias mientras, a su derecha, las ramas de una palmera se balanceaban (p. 25).

4. La vertiente sugestiva de los rasgos ambientales populares. Con una recreación de la realidad sociográfica, antropológica y psicológica en sus diversas expresiones socioculturales en que viven sus personajes novelescos, los describe en sus manifestaciones menos condignas de la condición humana, al tiempo que testimonia lo que perciben sus sentidos:

La voz de Ana Belén, al ritmo de “Derroche”, se imponía por momentos, en el salón atiborrado de murmullos y ruidos de platos. Burundi haló una silla y se sentó. Apoyó el brazo derecho sobre una mesa pequeña, cubierta con un mantel de cuadros rojos. En el centro, descansaban la vinagrera vacía, el salero de cristal y el pote de salsa de tomate. Detuvo los ojos en un espejo grande y un poco empañado. Se encontró con una imagen desagradable. Se acarició la barbilla, el bigote mal trazado y se mesó los cabellos. Parecía otro.

Echó una ojeada al local. A su derecha, frente a una docena de tazas relucientes, tres hombres discutían sobre política. Un moreno -ojos claros, boca ancha- descargó un puñetazo sobre la mesa. Los platos y los vasos saltaron provocando un estruendo que lo enervó. Un mozo los llamó discretamente al orden. Poco a poco, Burundi se fue desplomando, sentado ante la mesa cubierta con el mantel ornamentado. (p. 35).

5. La vertiente caracterizadora de personajes y tipos populares. Esta narrativa perfila y expresa la dimensión singular de tipos y personajes de la realidad sociográfica dominicana mediante la caracterización de los rasgos típicos de los sujetos de la ficción, con la disposición de las antenas sensoriales de una sensibilidad abierta y caudalosa, como la de Emilia Pereyra, por lo cual puede testimoniar el escorzo de la existencia que hiere y encabrita la sensibilidad:

¡La calle! ¡Otra vez la calle! Burundi estaba mejor afuera, respirando tranquilamente. Allí nadie lo miraba a los ojos. Todos iban o venían ocupados en sus propios afanes, viviendo sus mezquindades, sus alegrías y sus quimeras. Él marchaba como todos. Se mezclaba con la masa abigarrada y multiforme, que casi llenaba la acera. Sus ropas se confundían con las de los demás y no sentía, como otras veces, que llamaba la atención. Tenía los ojos pequeños, la nariz achatada, los labios gruesos, el cuerpo pequeño y el pelo crespo. En suma, era un hombrecito de apariencia normal. Anodino, amargado y arisco.

De repente se dobló. Lo que sentía no era un malestar físico. La enfermedad se le alojaba en el terreno pantanoso de su alma. Extendía sus tentáculos en las profundidades más recónditas de su ser y lo debilitaba (p. 39).

El realismo de los relatos de Emilia Pereyra es directo, sustanciado y vertical, tamizado por el registro fidedigno de una sensibilidad compasiva y empática, como la de la prestante narradora azuana. La suya es una mirada franca, luminosa y dulce que irradia ternura en su actitud de compenetración con la dura realidad de sus personajes. La suya no es una mirada fría y distante, sino la de una mujer que se hace copartícipe, desde su sensibilidad y su conciencia, con lo que sufren y experimentan los participantes del relato. De ahí la vitalidad y el verismo de estas narraciones contundentes.

Formalización de recursos, técnicas y estilos narrativos

Emilia Pereyra tiene una concepción humanizante de la literatura. Con una cosmovisión centrada en el desarrollo integral de la persona, asume la palabra para edificar y ennoblecer su visión de la vida, que encauza en su dimensión estética y simbólica con un alto sentido de su naturaleza y su función. No asume la comunicación como pretexto para el figureo social sino para plasmar su visión de la vida y su concepto de la existencia. Vive el sentido profundo de la narración y el periodismo. Y ama el cultivo de los valores intelectuales, morales, estéticos y espirituales. En ella la novela es un medio de testimonio y de presencia. Un ejercicio de creatividad y talento. Y su mejor aliado de la más honda apelación de la conciencia. A Emilia la apela el sentido de la vida y el significado de cuanto acontece en el Mundo.

En la obra de Emilia Pereyra, la narración es metáfora de una reflexión sobre el discurrir de la existencia humana, el más alto valor de su jerarquía axiológica. Para ella el sentido de una acción, la repercusión de un cuadro social, el trasfondo de un gesto o una actitud, constituyen expresiones deícticas de lo que la vida postula y proyecta. Reflejos son, por tanto, lo mismo sus sorprendentes descripciones que sus retratos narrativos, de una apelación mayor, cónsona con la concepción que funda su cosmovisión humanizante o la motivación que en ella concita el cultivo de la palabra.

Cinco rasgos narrativos revelan la novelística de Emilia Pereyra:

1. Concurrencia de recursos y procedimientos narrativos confluyentes de una visión totalizadora. Llama la atención, en la narrativa de Emilia Pereyra, no sólo el contenido de su narración, sino la manera como lo cuenta, en la que confluyen su talante femenino, límpido y diáfano; su mirada gentil, auscultadora y penetrante; el tono emotivo de su lenguaje, ardiente y compasivo; y el bagaje descriptivo de su narrativa, con que resalta tipos y caracteres precisos y definidos:

-¡Límpiame los zapatos sucios! ¡Perro, límpiame los zapatos! Burundi permaneció impasible. Pocas personas circulaban en esos momentos por ese trozo de acera. Raudos vehículos se deslizaban por la calle, con sus indiferentes ocupantes. Lo cegaron los faroles de los automóviles. De repente, sintió un golpe y fue derribado por la bofetada. Ya en el suelo, el policía le pateó la espalda.

-¡Idiota, limpia mis zapatos! ¿Eres sordo? ¡Cabrón!

Se colocó en cuclillas y empezó a limpiar los zapatos polvorientos con las manos. Sus dedos toscos temblaban. Saltaban de un lugar a otro de la superficie polvorienta y se enredaban con los cordones.

-Así no, ¡maldito loco! Así no. ¡Límpialos como te dije! –expresó y sacó su lengua para mostrarle cómo debía hacerlo.

Burundi se negó.

-Es mejor que lo hagas. Si lo haces, maricón, no te llevaremos preso- expresó el otro lanzando una carcajada de burla.

Burundi lloraba en silencio, pero a los tres minutos los zapatos polvorientos estaban limpios y humedecidos por un líquido espeso. Su boca sabía a polvo de la ciudad. Los policías se alejaron riendo. Bromeaban a su costa. Burundi permaneció sentado en el suelo. Luego levantó la cabeza. Los vio, bajo la luz de una lámpara, acomodándose a la mesa de una cafetería. Se quedó un largo rato cavilando y de repente las luces se apagaron y reinó la oscuridad. Se incorporó con parsimonia, devorado por las densas sombras (p. 21).

2. Construcción de párrafos mediante frases trimembres y doble adjetivación que enmarcan el contorno variopinto de cuadros, momentos y escenas:

Ahora marchaba por la calle Arzobispo Nouel, mirando las casas de antaño. Se desplazaba a paso lento, arrastrando los zapatos destrozados. Con frecuencia se detenía. Miraba aquí o allá. Una hoja arrastrada por la brisa, una niña llorosa, unas piernas de mujer. Cualquier persona u objeto reclamaba su atención.

Durante unos segundos permaneció inmóvil y tuvo la oportunidad de mirarse detenidamente. Sus ojos recorrieron su cuerpo desde arriba hasta abajo. Su apariencia era infeliz. Llevaba pantalones raídos, camisa deshilachada y cabellos despeinados y sucios. En su boca, dientes careados y disparejos. Danzaba una expresión de hastío en su semblante. Y así caminaba, sin voluntad, cuan horroroso espantapájaros que alejaba a todo el mundo y causaba sobrecogimiento y repulsión (p. 18).

3. Contrapunto narrativo que alterna el relato central de la novela con trazos descriptivos de distensión del tema de la novela, presentados en cursiva al final de cada uno de los capítulos:

A ella, ágil y bien parada como un junco, no la detenían las envidias ni los malos deseos. Recorría los pasillos impartiendo órdenes, disponiendo, con el teléfono celular en la cuidada mano derecha. Eran las diez de la noche y no veía el momento de acabar. La esperaba una madrugada larga e intensa entre tazas de café, máquinas de edición, pantallas, controles y efectos especiales.

La tormenta Debby podía adquirir en cualquier momento categoría de huracán, era una verdadera amenaza y, sobre todo, una promesa informativa. Tenía que garantizar una cobertura efectiva y dejar claro lo que podía hacer un canal de verdad, si es que los vientos no derribaban los transmisores, posibilidad que ni siquiera ponderaba su jefe supremo, enceguecido por las lumbres del éxito y la sinrazón (p.19).

4. Narración articulada mediante una estrategia narrativa combinada con procedimientos naturalistas, existencialistas, surrealistas e interioristas para dar una visión objetiva, dramática, espeluznante e impactante del ámbito sórdido, inhóspito y cruel que vive el protagonista de esta historia:

Sus piernas lo llevaron hacia el mercado, hacia el montón de basura y nubes de hedores, que llegaban hasta su nariz chata. Sin embargo, encajaba bien en ese mundo abigarrado de lechugas y tomates, en ese espacio ruidoso de venduteras marcadas por los azotes de la vida. Su expresión antes amargada y adusta se transformó por completo. Se maravilló con lo que veía: mucho movimiento, una alegría contagiosa, una animación provocada por los aparatos de radio, que vomitaban bachatas y baladas. Lo que más lo subyugó fue el incesante trajinar de los trabajadores, sus músculos en tensión, que parecían estallar, sus bocas cariadas y sonrientes. Vendían, reían, bromeaban y manoseaban las frutas y las viandas, puestas al descuido sobre el suelo mugriento y enlodado.

El aire de la putrefacción lamía su áspera piel. Frente a él se alzaba otro muladar gigantesco, que no dejaba ver la puerta de un almacén. En el umbral de un colmado vecino, una niña semidesnuda, de ojos melancólicos, jugaba con una muñeca rota y entraba sus pies desnudos en un charco de aguas sucias. La sonrisa de la inocencia resplandecía en su rostro moreno, en sus ojos llorones (p. 41).

5. Penetración en el interior de sus personajes para auscultar, identificar y revelar sus cavilaciones con su visión omnisciente, el estado emocional y la impronta que lo real imprime en su conciencia, que entrelaza con las apariencias del mundo sensible. Cuando la narradora curcutea en el pasado de sus personajes a través de sueños, evocaciones, recuerdos, retrospecciones y otros recursos exploratorios, procura una imagen cabal de los actores del relato. Como un close up, técnica de acercamiento de cámara en filmaciones de películas, la narradora penetra en la mente de Burundi para revelar su sensibilidad:

Luego se durmió. Entonces la vio nítidamente con el rostro tachonado de arrugas, los ojos muertos e inexpresivos, la sonrisa congelada en el tiempo. Era su abuela, fallecida años atrás. Vestía un faldón morado, agitado por el viento y llevaba un pañuelo desteñido, atado a la cabeza. Su silueta regordeta, de tetas descomunales, estaba recortada contra un cielo forrado de luces. Con sus manos toscas, la vieja se tocaba las escasas cejas encanecidas. Un burro raquítico y hambriento, de poca pelambre, rebuznaba a su lado. Las árganas estaban atestadas de naranjas y guanábanas. Burundi observó los pies cuarteados y cenizos de la anciana.

-Ando cuidándote.

Voz desgarrada, de otros tiempos. La abuela Lin le mostró su dentadura, el tabaco encendido y las volutas. En ese momento, un trueno rasgó el silencio nocturno y la imagen se quebró (p. 45).

Caudal de atributos narrativos y literarios



Emilia Pereyra es una escritora consciente del oficio que realiza con el cultivo de la palabra (4). Sabe también lo que reclama el ejercicio de la escritura, cuando se ejerce con la dedicación que demanda el rigor profesional. Al respecto, nuestra distinguida novelista escribió: “Creo que está claro que si no tenemos nada dentro, que si somos un sobre vacío no podremos hacer literatura que conecte con nuestros congéneres. No se trata de reflejar fielmente la realidad como si fuésemos cámara fotográfica. Lo que distingue a un escritor de otro no es sólo su estilo, la técnica que utilice, el dominio artesanal del oficio. Mucho más importante que todo eso es que sea capaz de dotar a su obra de una experiencia humana, de una visión de la sociedad distinta, de un enfoque nuevo” (5).

En los relatos y novelas de Emilia Pereyra puedo apreciar esa experiencia humana y esa visión edificante de la sociedad.

Además, un rasgo expresivo de su caudalosa sensibilidad es su dimensión visual predominante, razón por la cual le llaman la atención los colores, las sensaciones de luz y sombra, la impresionante luminosidad de lo viviente. Y, desde luego, el aura sensual de lo existente. Por eso vibra ante el esplendor de la Creación y se amuchan sus emociones con las expresiones radiantes, luminosas, deslumbrantes de las cosas, que su fértil pluma asume, recrea, potencia y plasma.

Para sintetizar los rasgos del arte novelístico de Emilia Pereyra, ilustrados ejemplarmente en Cóctel con frenesí, presento los cinco atributos principales, caracterizadores de una novelista consumada, como es en efecto esta gallarda cultora del buen decir. Esos rasgos o caracteres narrativos son los siguientes:

1. Valoración de la dimensión humana de los protagonistas de sus historias narrativas desde la peculiar circunstancia de hechos, ambientes y escenarios de la realidad socio-cultural dominicana:

De repente, el Sol lo cegaba y se recostó de la pared. Cerró los ojos hasta que lo invadió un dolor punzante. Iba hacia un espacio oscuro y nebuloso, a una realidad muerta. Entraba en una cuenca gris, donde toda luminosidad, todo color, desaparecía. Oía el trajinar de la gente, sus voces y sus risas. Imaginaba las caras, las expresiones faciales, al chofer aburrido y solitario, concentrado en la conducción de su destartalado vehículo. Podía imaginar al viejo que lo miraba con desprecio, al vendedor de pastelitos y al pregón de helados. Su nariz se inflaba. Abrió los ojos, frunció el entrecejo y arrugó la cara.

Entonces una mirada profunda y gélida, una mirada auscultadora, se posó como un pájaro sobre sus pupilas cansadas. Burundi tuvo pánico y su cuerpo tembló bajo ese poderoso influjo. Incisivo, cortante, total, el pájaro lo venció. Él no quería ver más. Se mareaba en medio de la barahúnda vespertina, palidecía y no podía sostener la aplastante mirada de mujer (pp. 31-2).

2. Encuadre de la faceta sensorial y espiritual de lo existente en su expresión múltiple y simultánea de una escena en busca del perfil cabal y preciso de hechos, tramas y ocurrencias:



A las tres de la mañana se había entronizado un tenso silencio, casi sepulcral, sólo a veces alterado por un suave sonido, por una voz lejana. Aún no había intercambiado ni una sola palabra con la mujer. Burundi cavilaba. En los ojos negrísimos de la extraña encontró vestigios de su madre y tuvo inmensas ganas de llorar, de abandonarse a la pena, a los restos de un dolor añejo, atroz. Pero logró, con mucho esfuerzo, despejar el lastimoso recuerdo, ahuyentarlo y convertir su semblante en una máscara sin emociones (p. 51).



3. Creación de imágenes comparativas, metafóricas y simbólicas que enriquecen la presentación de personajes, cuadros y ambientes articulados a los hechos narrados para potenciar el fotograma de la realidad socio-cultural:


Burundi no sabía a dónde ir. Tampoco le importaba demasiado. No tenía la más mínima idea de cómo usar las próximas horas. El tiempo estaba colocado a sus pies como una alfombra enorme. Caminó mucho y despacio. Se detuvo en un colmado, se apoyó en el mostrador sucio y pidió un trozo de queso y pan.

Un mozalbete, de pelo encrespado y brazos huesudos, atendía a los clientes. La voz de Shakira animaba el momento. En un rincón, tres parroquianos empinaban botellas de refrescos. El dependiente bajó un frasco de ron de un tramo atiborrado de bebidas. Un borracho gritó obscenidades a una muchacha que acababa de comprar tomates y cebollas. Los clientes rieron y la mulata, de pechos generosos y trasero abundante, salió avergonzada. Burundi estaba acodado al mostrador, rígido, sin mover un músculo de la cara. El muchacho terminó de despachar al hombre y después a una mujer. Luego, mirando a Burundi, le dijo:

-¿Y usted, qué quiere? (p. 28).

4. Descripción y narración entrelazada desde la perspectiva del protagonista y el punto de vista del narrante, lo que hace posible una visión plena y rotunda de la realidad sociocultural. La narradora mira el acontecer del mundo con los ojos de su protagonista:

La calle se fue quedando vacía. Pocas personas la transitaban. Burundi echó una ojeada a las aceras, a las fachadas de las casas vetustas, a los antiguos edificios de empinadas escaleras y amplias habitaciones. No llegaba hasta él siquiera el ruido de los escasos vehículos que se desplazaban por la calle Arzobispo Nouel. Tampoco quedaba rastro de los mendigos y vendedores que cada día invadían las aceras con sus variopintas mercancías. Cada noche era como si pasara un viento fuerte que los arrancara de cuajo. Quedaban entonces las calzadas desoladas, las vías desiertas. Al día siguiente, se multiplicaban y florecían los vendedores ambulantes, los pordioseros con sus cojeras y deformidades, con sus rostros miserables y sus manos mugrientas y temblorosas (p. 49).

5. Configuración de cuadros, escenas y momentos narrativos en los que fusiona el plano real con el plano evocado para sugerir el estado de alucinación unas veces, de desesperación otras, en el que el sujeto de la narración discurre en medio de sus tribulaciones:

Cerca de las tres de la tarde recogió las baratijas, botó la bolsa en un pequeño muladar y caminó. El Sol era intenso y ardía demasiado. Sol tropical; Sol rotundo. Rato después caía sobre la ciudad una lluvia implacable. Durante tres horas estuvo lloviendo sin amainar ni un momento. Santo Domingo era un lago nauseabundo. La gente se guarecía bajo los toldos de las tiendas. Esperaba ansiosamente que dejara de llover. En las aguas pestilentes flotaban cáscaras de frutas, papeles, pedazos de madera y cartón, zapatos viejos, ropas inservibles y cacharros. Las imprecaciones estallaban en las calles y avenidas (p. 86).

En atención a su sólida formación intelectual y su firme vocación literaria, Emilia Pereyra sabe que la realidad socio-cultural ofrece múltiples opciones a quienes tienen ojos para ver y oídos para escuchar y una sensibilidad trascendente para dotar al contenido de su escritura de una dimensión honda desde perspectivas profundas y elocuentes, testimoniadas con imaginación y belleza, con sentido humanizante y trascendente y, sobre todo, con la autenticidad de quien escribe bajo la inspiración de su propia percepción y valoración del Mundo. Por eso escribió nuestra admirada narradora: “Sabiendo esta realidad, sin renunciar a la búsqueda del pasado para conocer la trayectoria y la experiencia humana, debemos tener los sentidos alertas para ver, oler, palpar, intuir, imaginar y profundizar todo lo que nos rodea. Por eso, creo que no es errado que propongamos que echemos miradas sobre nuestras vidas, que reflexionemos sobre el misticismo, el pensamiento mágico, la intuición, la soledad, la corrupción y la frivolidad imperantes y sobre otros temas” (6).

Efectivamente, temas como la soledad, la pena, el agobio que experimenta el protagonista de esta singular historia, es exactamente lo que sienten y padecen millones de hombres y mujeres, no sólo en los sectores humildes del pueblo dominicano, sino de cualquier lugar del mundo sometido a la inequidad de la explotación o la arbitrariedad de la opresión. Esas manifestaciones de la interioridad, que la narradora ausculta en sus personajes, es índice de unas precarias condiciones materiales y espirituales en sus criaturas imaginarias. La narradora se introduce en el interior de sus personajes para entenderlos en su comportamiento y sus reacciones peculiares. Sabe narrar el vacío interior, la pena y la desolación que carcomen sus vidas. Sabe ubicar el entorno material y afectivo de su ambiente circundante para profundizar en el derrotero de sus vidas. Sabe leer e interpretar la razón de actitudes y conductas. Y sabe enfocar el trasfondo de unas condiciones que reclaman un reordenamiento esperanzador de vida y entusiasmo.

En varios pasajes narrativos de esta singular novela, sobre todo en aquellos cuyo campo semántico encierran situaciones dramáticas y conflictivas, la narradora evoca referencias musicales como una forma de provocar la distensión ante el estrés y la ansiedad de sus interlocutores. La música implica la sensibilidad y la sensibilidad conduce al disfrute y la valoración de la Creación. El nivel de comprensión intelectual y estética de los personajes de Cóctel con frenesí, es rudimentario y tosco, afín a los sectores populares de nuestros obreros y chiriperos, lo que explica la alusión a bachatas y merengues en la concurrencia de hechos y ambientes. Emilia Pereyra, como buena novelista, sabe perfilar la sensibilidad de los hombres y mujeres de los ambientes populares urbanos y campesinos y sabe que la música es el vehículo artístico que llega al corazón del pueblo. En la narrativa de nuestra novelista ese aspecto se afianza gracias a la significación estética de un relato que pretende revelar la realidad en su expresión genuina y auténtica.

Los buenos narradores no explayan ni califican los hechos que narran. Simplemente muestran lo que una imaginación, curtida en la fragua de la realidad, concibe para que sea el lector quien infiera y juzgue. Emilia Pereyra presenta el panorama. Describe y narra. Enfoca y sugiere, como la buena narradora que es. La obra narrativa de Emilia Pereyra es una prueba de su alta conciencia intelectual, social y estética. La dimensión de sus relatos revela su fe en la eficacia de la palabra con su riqueza expresiva y su alcance semántico. Emilia narra para atizar un sentido, para mostrar lo que concita su sensibilidad, para fulminar lo que encalabrina su conciencia (7).

Emilia Pereyra describe y narra, no su deseo de las cosas, sino lo que percibe de la realidad con un verismo impresionante. No se trata de una narrativa acomodaticia que pretende conmutar sus anhelos con la realidad; la narradora se sabe intérprete de una expresión social, testigo notarial de lo que el mundo expresa y que la imaginación recrea con la mayor dosis de verismo para sugerir una toma de conciencia con una visión objetiva, actitud solidaria y disposición genuina.

La novela de Emilia Pereyra parece un fotograma social y epocal similar a un tratamiento fílmico con tal precisión que podemos visualizar, a través de sus palabras, el decurso de sucesos y el trasfondo de hechos y actitudes. Esa es una virtud narrativa que distingue la ejecutoria novelística de autores de la talla de Camilo José Cela, Miguel Delibes, Juan Rulfo, Alejo Carpentier, Juan Bosch y Marcio Veloz Maggiolo, cualidad que posee nuestra agraciada novelista.

Lo que Emilia Pereyra narra no es una visión romántica, modernista o surrealista de lo que la imaginación podría concebir de la realidad, sino lo que la misma realidad, tozuda y pragmática, ofrece y sugiere para la creación de una narrativa densa, vigorosa y contundente con un lenguaje afín a esa manera de ver y sentir, como la obra de esta valiosa narradora dominicana, cuyas novelas confirman el talento de esta primorosa novelista nacional.

A través de Burundi, un humilde hombre de los barrios pobres de Santo Domingo, nuestra novelista nos ofrece una visión sociográfica y estética de una realidad social actual con datos y personajes tamizados a través de una ficción rica en pormenores anecdóticos, variada en recursos compositivos, elocuente en frases hermosas y, sobre todo, reveladora de una novelista ejemplar.

La realidad siempre auspicia la gestación de los buenos novelistas que la cifran e interpretan. La de nuestro tiempo y de nuestro país nos dio la voz luminosa y refrescante de Emilia Pereyra.


Bruno Rosario Candelier


Academia Dominicana de la Lengua



Santo Domingo, Ciudad Colonial, 16 de octubre de 2008.



Esta exposición fue efectuada en la Academia Dominicana de la Lengua, con motivo del ingreso de Emilia Pereyra como miembro correspondiente.



Analizan obras de escritor Peralta Romero

La actualización de una narrativa

Por Manuel Salvador Gautier

El humor, la gracia, el uso coloquial del lenguaje, las situaciones ordinarias sacadas de contexto o extraordinarias sometidas a la trivialidad, o simplemente consuetudinarias, la adopción de técnicas modernas, el uso de un narrador en segunda persona, son algunas de las características sobresalientes del grupo de diecinueve cuentos que nos presenta Rafael Peralta Romero en su obra Punto por Punto (1). Se trata de una tercera edición de un libro que se publicó por primera vez en 1983; y hay que preguntarse por qué razón, con una demostración tan evidente de dominio del género, con la calurosa aprobación de críticos tan eminentes como José Rafael Lantigua y Joaquín Balaguer, el autor esperó nueve años, hasta 1992, para publicar su segunda obra de cuentos, Diablo Azul. Por suerte para la literatura dominicana, su producción ha sido continua desde entonces, con publicaciones que promedian tres o cuatro años entre sí, con la incursión, en 1997, en la narrativa larga con la novela Residuos de Sombras, hasta su última obra, Cuentos de niños y animales (infantil), en 2007.

Los cuentos en Punto por Punto hay que dividirlos en dos partes. La primera parte contiene dieciséis cuentos y la segunda, tres.

En los cuentos de la primera parte encontramos lo que podríamos llamar la modernización del cuento de costumbres, y la quiero llamar así, porque este tipo de cuento ha sido vilipendiado y estigmatizado, acostumbrados como estamos a menospreciar la literatura que nos precedió, sin entender que se trata de un período de la narrativa dominicana que requería la presentación de estos cuadros costumbristas, para conservar estas costumbres en nuestra memoria colectiva; son los cuentos que hicieron escritores como Néstor Caro (n. 1917-?), José Ramón López (1886-1922) y Sócrates Nolasco (n. 1884-1980), hasta que llegó Juan Bosch (1909–2001) e impuso el cuento contemporáneo con cánones y definiciones estrictas, que ahora Peralta asume y revierte. A esta manera de contar de Peralta podríamos llamarla la reivindicación del cuento costumbrista. Se trata de la exposición de un hecho-tema único con una fluencia constante en su desarrollo y la sujeción a un universo propio, y, al final, una conclusión inesperada, todo como lo requiere Bosch; sólo que en estos dieciséis cuentos de Peralta no hay un sentido de crítica social ni de enseñanza de una verdad; hay sólo la voluntad de demostrar que las costumbres de un pueblo son un tema narrativo inagotable, al que puede recurrirse una y otra vez con versiones frescas y “aggiornate”, es decir, al día. Es un criollismo que permanecerá en el tiempo mientras el hombre se aferre a su tierra y encuentre en ella motivos para cantarle. Peralta no es el único autor dominicano en estos afanes. Lo hizo también Manuel Rueda en su novela Bienvenida y la noche, en 1994, y lo seguirán haciendo otros. Esta narrativa actualiza y da un nuevo vigor, un revestimiento de renovada iniciativa, a lo que se consideraba un tipo de cuento agotado.

Estos cuentos en Punto por Punto son cortos (la mayoría no llegan a completar dos páginas) y pincelan (o caracterizan, si queremos ser menos metafóricos) a personajes de un poblado específico, Los Uberos, un nombre que suena real, aunque podría ser un Macondo del autor, un seudónimo de Miches, el poblado en la bahía de Samaná donde nació y creció éste. En ese lugar pegado al mar encontramos a la muchacha que tiene su aventura amorosa con el novio, sale encinta y, cuando la critican, dice que eso no importa porque en ese pueblo “nadie se casa”; o al sastre que fía unos pantalones al hijo de un amigo, y, para lograr que le pague, tiene que recurrir al amigo que le dice para disculparse, muy dolido por la falta del hijo: “Lo que pasa es que mi hijo fue militar”. Lo imaginativo y lo imprevisto en los cuentos de Peralta están en las implicaciones de las actitudes de sus personajes, no en un hecho final, como ocurre en Bosch y otros cuentistas contemporáneos. Esa sutileza es lo que hace la diferencia en Peralta y lo que hará que sus cuentos puedan leerse todo el tiempo con el mayor agrado, por lo que auguro varias ediciones más de la obra.

Al final, aparecen los tres cuentos que, de acuerdo a mi criterio, conforman la segunda parte. Son marcadamente políticos. Ya no estamos en Los Uberos sino en el país donde éste se encuentra, que asumimos es la República Dominicana, aunque podría ser cualquier otro país latinoamericano. Aquí, después del repaso amable por situaciones pueblerinas, el recurso del sarcasmo es una novedad que sorprende. La crítica política comienza con un retrato del Dictador preocupado por la cantidad de presos políticos que hay, lo cual le hace tomar una decisión, y del desconcierto que siente éste al soltar uno de los presos y darse cuenta que ese hombre, abusado hasta convertirlo en un guiñapo, tiene la capacidad de sobrevivir, sobreponerse y “vivir en libertad”. Es el único cuento de la obra donde hay una demostración de algo que el autor siente muy profundamente: la libertad del hombre es algo inalienable que le confiere dignidad y coraje. Y es un cuento que repercute en la conciencia de quien lo lee.

Los otros dos cuentos son juegos de la imaginación del autor, donde la parodia y la palabrería tienen un papel preponderante en la denuncia de los males que aquejan la democracia incompleta de nuestros países.

Peralta Romero, Rafael. Punto por Punto. Santo Domingo. Editorial Gente. 3ra. Edición, junio de 2008.


Los tres entierros de Dino Bidal

Novela de Rafael Peralta Romero

Por Ofelia Berrido

Con un título sugestivo que funciona cómo una buena carnada esta obra de ficción social nos brinda a través del imaginario de Rafael Peralta las realidades propias de países dominados por poderes absolutistas. Muestra la vida simple de una aldea marítima donde sus ciudadanos viven acostumbrados a la palabra cuartada, a un miedo soterrado y a glorificar un líder castrante sin cuya aprobación su vida no fuera posible. La posesión de tierra, la entrada fallida de compañías extranjeras, el poder militar, la corrupción, las creencias en lo sobrenatural -la magia, la brujería- y la existencia, convertida en esperanza, de hombres honestos como el Magistrado Lavandier son asuntos que esta obra aborda.

Se trata de una historia narrada bajo la sombra del poder de la era de Trujillo con un secretario que nos recuerda constantemente lo que ocurre en otra parte del planeta un paralelismo con otro tipo de poder que se consolida a base de la intimidación, intromisión y guerra. Es un libro de crítica social que muestra las costumbres de un pueblo. Parecería que el escritor dominicano, en general, tiene predilección por los temas relacionados a esta época oscura de nuestra historia. Quizás se trate del deseo de mantener vivo nuestro recuerdo para que las cosas no se repitan o simplemente se trate de una generación que lo vivió en carne propia o de la siguiente, tocada fuertemente por las vivencias de sus padres, familiares y amigos. En ambas, aún persiste vivo el dolor y el terror arraigado en su mente. De todas maneras igual que les ocurrió a los escritores en exilio político, los de post guerra, post dictadores y post holocausto no solo perdieron a muchos de sus seres queridos sino que perdieron años, décadas de sus propias vidas. Son seres humanos que llevan guardado en su pecho demasiado sufrimiento, demasiada frustración y demasiada rabia y tienen, deben y están en su derecho de manifestarlo.

Rafael Peralta no ha hecho una obra politizada. No se trata de una novela panfletaria, ni de mensajes, aunque hay que entender que toda obra literaria quiérase o no trae un mensaje escondido. Esta novela no está escrita a base de denuncias sino a base de una historia interesante y bien contada marcada por una prosa lozana y una lengua bien cuidada. Fue escrita de forma clara con valores ideológicos bien definidos y logrados, que entran en conflicto, sin que resulte para el lector una cátedra moralizante.

La trama de acción y la evolución de los acontecimientos se desarrollan a partir de la desaparición del peculiar personaje, Dino Bidal, ¨un hombre de pantalones que fue capaz de enfrentarse, siendo muchacho de dieciséis años a la guardia americana que invadió el país en 1916¨ y que generaba por su fama de guapo, guerrillero y hasta brujo los más disímiles sentimientos en la población del pequeño poblado.

El autor no se auxilia de la introspección y es la acción pura la que nos conduce através de la novela. Cuatro enigmas nos atrapan: la desaparición de Dino Bidal; un perro fiel que ladra y cava; la presencia de Bidal en la comisaría; y un espectáculo digno del mejor surrealismo que ocurre en el cementerio. La obra goza de una tensión interna que se mantiene, una acción emocionante y atrapadora que retiene al lector y alimenta su interés.

Narrada en tercera persona y construida en un tiempo no lineal se trata de una novela corta, apretada, pero sustanciosa donde el autor logra la precisión en torno al conflicto principal sin una palabra de más, logrando mantener la fuerza de la narración y la intriga a todo lo largo de la novela: desenredando nudos y desvelando secretos poco a poco.

El estilo de Rafael Peralta resulta ágil, llano, directo, divertido y fácil de leer, con una puntuación inteligente y una construcción que permite al lector fluir a través del texto.

Es notorio el uso de dichos propios de estas regiones y otros originales del escritor que nos dicen verdades aleccionadoras con sabor a sabiduría popular como las que veremos a continuación:

Esconder la verdad viene a ser, la mayor de las veces, como retener el agua en un recipiente perforado; o cuando Arismendi Mercedes, pescador y campesino increpa al cabo y le dice; Hable Lorenzo, carajo, que el hombre nace un día y se muere otro.

Si bien la trama no profundiza en la sicología de los personajes nos deja bien claro sus rasgos principales. Hemos de recordar que se trata de una novela de acción donde se eluden los conflictos internos para dar cabida a los conflictos sociales, pero los móviles de los personajes quedan muy claros. La caracterización resulta bien lograda dándole vida a un Dino Bidal que representa el macho que no le tiene miedo a nada y que sobrepasa todas las dificultades creando el mito de un hombre con poderes y visiones que van más allá de lo sensorial; el Magistrado, personaje de una sola pieza se convierte en humano al final de la obra cuando da señales de haberse enamorado de Leticia la hija de Bidal; una hija que a pesar de ser mujer del campo y sin educación resulta ser digna hija de su padre: seria, indomable y libre.

Hay escenas dignas de mencionarse por su peso específico, su contenido fantástico y el efecto que provocan en el lector: la lucha de Bidal con el tiburón; la escena del cementerio; aquella en la cual las campanas del reloj de la iglesia suenan coincidiendo con el momento preciso en que se canta sentencia a unos militares a los cuales se les pasa juicio; y el olor a muerto cuando Bidal cocina un hígado de tiburón como signo premonitorio del olor a muerto en los manglares.

Terminemos esta visión de esta seductora obra con unas palabras del Magistrado Lavandier, prototipo del hombre honesto creado por Peralta: Cuando el hombre siente que sus actos obedecen a las mejores intenciones y que la verdad es la estrella que conduce sus pasos, experimenta emociones que han de resultar superiores a toda otra.

(Presentado en la Academia Dominicana de la Lengua).

Coloquio sobre Los tres entierros de Dino Bidal, a propósito de la reedición de la novela. 26 de febrero de 2009


Resaltan valor literario de libros de escritor Peralta Romero

El escritor Rafael Peralta Romero presentó nuevas ediciones de dos de sus libros, en el marco de un coloquio en el que tres escritores destacaron las condiciones literarias y estilísticas de las obras, el volumen de cuentos “Punto por punto” y la novela “Los tres entierros de Dino Bidal”.

Los novelistas Manuel Salvador Gautier, Ofelia Berrido y Rafael Darío Durán presentaron exposiciones sobre las obras puestas a circular en un acto celebrado en la sede de la Academia de la Lengua, de la cual el autor es miembro correspondiente.

Gautier se refirió a la actualización de la narrativa de Peralta destacando el humor, la gracia, el uso coloquial del lenguaje, las situaciones ordinarias sacadas de contexto o extraordinarias sometidas a la trivialidad en el libro”Punto por Punto”.

Se trata de una tercera edición de un libro que se publicó por primera vez en 1983 y Gautier se preguntó “por qué razón, con una demostración tan evidente de dominio del género, con la calurosa aprobación de críticos tan eminentes como José Rafael Lantigua y Joaquín Balaguer, el autor esperó nueve años, hasta 1992, para publicar su segunda obra de cuentos, Diablo Azul”.

El destacado novelista dijo que Punto por Punto, sobre todo en la primera parte, significa “la modernización del cuento de costumbres, y la quiero llamar así, porque este tipo de cuento ha sido vilipendiado y estigmatizado, acostumbrados como estamos a menospreciar la literatura que nos precedió, sin entender que se trata de un período de la narrativa dominicana que requería la presentación de estos cuadros costumbristas, para conservar estas costumbres en nuestra memoria colectiva”.

Dijo que en los cuentos de Peralta Romero hay “ un criollismo que permanecerá en el tiempo mientras el hombre se aferre a su tierra y encuentre en ella motivos para cantarle. Peralta no es el único autor dominicano en estos afanes. Lo hizo también Manuel Rueda en su novela Bienvenida y la noche, en 1994, y lo seguirán haciendo otros. Esta narrativa actualiza y da un nuevo vigor, un revestimiento de renovada iniciativa, a lo que se consideraba un tipo de cuento agotado”.

Estos cuentos en Punto por Punto son cortos (la mayoría no llegan a completar dos páginas) y pincelan (o caracterizan, si queremos ser menos metafóricos) a personajes de un poblado específico, Los Uveros, un nombre que suena real, aunque podría ser un Macondo del autor, un seudónimo de Miches, el poblado en la bahía de Samaná donde nació y creció éste.

Los otros cuentos, dijo Gautier, “son juegos de la imaginación del autor, donde la parodia y la palabrería tienen un papel preponderante en la denuncia de los males que aquejan la democracia incompleta de nuestros países”.

Los tres entierros de Dino Bidal

De su lado, la doctora Ofelia Berrido comentó el libro “Los tres entierros de Dino Bidal”, del cual dijo que atrapa desde el título sugestivo el cual funciona cómo una buena carnada para leer una obra que presenta “las realidades propias de países dominados por poderes absolutistas”.

Comentó que la obra muestra la vida simple de una aldea marítima donde sus ciudadanos viven acostumbrados a la palabra coartada, a un miedo soterrado y a glorificar un líder castrante sin cuya aprobación su vida no fuera posible. “La posesión de la tierra, la entrada fallida de compañías extranjeras, el poder militar, la corrupción, las creencias en lo sobrenatural -la magia, la brujería- y la existencia, convertida en esperanza, de hombres honestos como el Magistrado Lavandier son asuntos que esta obra aborda”, dijo Berrido.

“Es un libro de crítica social que muestra las costumbres de un pueblo. Parecería que el escritor dominicano, en general, tiene predilección por los temas relacionados a esta época oscura de nuestra historia. Quizás se trate del deseo de mantener vivo nuestro recuerdo para que las cosas no se repitan o simplemente se trate de una generación que lo vivió en carne propia o de la siguiente, tocada fuertemente por las vivencias de sus padres, familiares y amigos”, dijo Berrido.

La escritora precisó que Rafael Peralta no ha hecho una obra politizada. “No se trata de una novela panfletaria, ni de mensajes, aunque hay que entender que toda obra literaria quiérase o no trae un mensaje escondido. Esta novela no está escrita a base de denuncias sino a base de una historia interesante y bien contada marcada por una prosa lozana y una lengua bien cuidada”.

Dijo que “Los tres entierros de Dino Bidal” Fue escrita de forma clara con valores ideológicos bien definidos y logrados, que entran en conflicto, sin que resulte para el lector una cátedra moralizante.

Ofelia Berrido expresó que Peralta Romero en su novela “no se auxilia de la introspección y es la acción pura la que nos conduce a través de la novela. Cuatro enigmas nos atrapan: la desaparición de Dino Bidal; un perro fiel que ladra y cava; la presencia de Bidal en la comisaría; y un espectáculo digno del mejor surrealismo que ocurre en el cementerio. La obra goza de una tensión interna que se mantiene, una acción emocionante y atrapadora que retiene al lector y alimenta su interés.

“El estilo de Rafael Peralta resulta ágil, llano, directo, divertido y fácil de leer, con una puntuación inteligente y una construcción que permite al lector fluir a través del texto”, dijo Berrido y recomendó una expresión del personaje Magistrado Lavandier: “Cuando el hombre siente que sus actos obedecen a las mejores intenciones y que la verdad es la estrella que conduce sus pasos, experimenta emociones que han de resultar superiores a toda otra”.

El escritor Rafael Darío Durán intervino también en el coloquio y planteó que “Los tres encierros de Dino Bidal” es una crónica sobre un horrendo y cobarde crimen, un ejemplo del poder que tenía un guardia durante la tiranía de Rafael Leonidas Trujillo Molina y de que, a pesar de la ignominia y la represión, había hombres capaces de poner en riego sus vidas en ara del ideario de la Justicia.

Dijo que desde el principio, el lector sabe que los guardias de puesto en Guaco tienen algo que ver con la desaparición de Dino Bidal y el “narrador nos da elementos suficientes para confirmar la sospecha de Leticia Bidal de que a su padre algo le pasó. Y la clave principal es el perro que Leticia le regaló a su padre, que mientras ella denunciaba junto a sus hermanas la desaparición de su progenitor, escarbaba en la arena en busca de su amo, que en ese momento era cadáver”.

Es tan intenso el relato y mortificante las curiosidad que lo envuelven que “no hay tiempo para las menudencias, para detenerse en romanticismo ni otras pendejadas”.

Al final de su exposición, Durán dijo que “ quiero decir que Rafael Peralta Romero maneja como nadie el humor y que esta novela está repleta de situaciones jocosas, pese al clima de muerte y angustia que impera a lo largo de toda la trama”.


viernes, 1 de junio de 2007

Conferencias

Reflejo de las nuevas tecnologías en la expresión literaria

Por Emilia Pereyra

Es indudable que nosotros, habitantes de la sociedad global, aun los que pertenecemos al tercer mundo, nos encontramos impactados por los extraordinarios adelantos tecnológicos que se han producido en los últimos años y que están cambiando nuestra forma de comunicarnos, de escribir y de vivir el día a día.

Cuando hacemos uso de la computadora, a menudo nos preguntamos cómo pudo escribir Miguel de Cervantes su voluminosa y compleja obra “El Quijote de la Mancha” y cómo pudieron ser tan prolíficos y prolijos, en su producción literaria, autores como Shakespeare, Víctor Hugo, Gabriel García Márquez y otros que aún viven, pero que escribieron la mayoría de sus obras a mano o en máquinas mecánicas.

Muchos escritores de épocas pretéritas tuvieron que producir sus obras, incluso, bajo la luz temblorosa de las velas, en papeles inadecuados, que luego pasaron por manos de copistas, a los que hay que agradecerles que hicieran posible que ese gran legado literario llegara hasta nuestra generación.

En realidad, no nos imaginamos viviendo las trabajosas experiencias que tuvieron esos iconos de la literatura reescribiendo una y otra vez párrafos y páginas completas, durante el tortuoso y necesario proceso de corrección de sus historias de largo aliento.

Ahora todo sucede casi de manera vertiginosa, y el proceso de escritura de una obra, la revisión y las correcciones imprescindibles pueden hacerse con mayor rapidez, gracias a los programas informáticos que han hecho posible que el texto sea un material maleable, que puede ser transformado o modificado con absoluta facilidad.

Muchos de los escritores contemporáneos han tenido la oportunidad de vivir la transición, que le permitió pasar de escribir en máquinas mecánicas o a mano a crear por medio de la computadora. Hay notables ejemplos, como el mencionado de García Márquez, y señalamos también a Mario Vargas Llosa, Isabel Allende, Marcio Veloz Maggiolo, Andrés L. Mateo y muchos otros escritores nacionales e internacionales que tienen varias décadas de ejercicio literario sistemático e intenso.

Yo misma llegué a escribir mis primeros cuentos en una pequeña máquina mecánica, portátil, que me regaló mi madre cuando era una adolescente y empezaba a dar mis primeros pasos en la literatura.

Hoy nos parece inaceptable la sola posibilidad de pensar en que tendríamos que volver a la máquina de escribir. Nos resultaría tortuoso desandar el sendero que nos permite trabajar con más libertad y rapidez en la producción literaria.

Pocos dudan que el desarrollo del Internet y del resto de las tecnologías de la información esté causando un impacto de repercusiones insospechadas en las sociedades modernas, sobre todo en las más desarrolladas, que tienen mayores recursos y por tanto más acceso a los avances de última generación.

Es indudable que la irrupción de las nuevas tecnologías nos facilita la producción y nos proporciona herramientas impensadas que contribuyen a que nuestras obras se difundan con más rapidez y sean mejor presentadas.

Sin embargo, en esta ocasión deseo centrarme en dos vertientes, que creo muy importantes. Me refiero al impacto que ha comenzado a producirse en la forma de expresarnos literariamente y en las repercusiones que se están originando en la difusión de la obras.
En primer lugar, la literatura se produce con dos elementos esenciales: el lenguaje y la imaginación. El término literatura proviene del latín "litterae. En latín, literatura alude a saberes o habilidades para escribir y leer bien, y se la relacionaba con la gramática, la retórica y la poética.

Es evidente que nuestra lengua madre, el español, es influenciada en estos momentos por la terminología puesta en boga por las nuevas tecnologías de la información. Las palabras Internet, chat, solfware, hardware, bytes, píxel, chip, fax, backup, e-mail y hacker, ya forman parte de nuestra cotidianidad y empiezan a reflejarse en los textos literarios que se están produciendo.

Mencionaré algunos casos locales. El narrador Pedro Camilo tituló una novela con la palabra “Chat” y el escritor Pedro Antonio Valdez utiliza términos del nuevo universo tecnológico en su novela “Carnaval de Sodoma”.

Valdez usa la palabra píxel, en un episodio sobre una actuación de un inspector de sanidad, cuando recuerda a Lú-shi, uno de los personajes principales, de su obra. Píxel procede el inglés (picture element) y es la menor unidad en que se descompone una imagen digital. Una palabra, creemos, inexistente hace solo veinte años, pero que ya aparece incluida en el Diccionario de la Real Academia Española, que la define oficialmente como “superficie homogénea más pequeña de las que componen una imagen, que se define por su brillo y color”.

En el mismo el pasaje sobre el inspector, el narrador vegano Pedro Antonio Vadez agrega: “Durante mucho rato repasó la imagen en el televisor de la memoria, como si la sacara de un casete: le daba play, luego rewind en un círculo vicioso”.

Quien les habla, alude y usa la comunicación por correo electrónico en un cuento titulado “Corazón de viento”, que forma parte de un nuevo libro que saldrá publicado próximamente, bajo el título “El inapelable designio de Dios”, que difundirá Ediciones Cedibil, bajo la dirección de Miguel Collado.

En una novela inédita también he usado en algunos capítulos el recurso de la comunicación por chat, tan de moda en nuestro tiempo entre jóvenes y no tan jóvenes, y que impone una manera no tradicional de manejar los diálogos.

Como vemos, es inevitable que las novedosas formas de comunicarnos, que han llegado aparejadas con las nuevas tecnologías, no encuentren un espacio en la producción literaria. Y es comprensible, porque todo escritor o escritora vive su tiempo y si bien intenta de algún modo influir en él, también recibe las influencias culturales, sociales, económicas y políticas generadas por su entorno.

En estos tiempos, han comenzado a surgir nuevas definiciones que vinculan a la literatura con el ciberespacio y con lo visual. Así comenzamos a saber que ya es proyectado el Artenet, la literatura del ciberespacio o literatura interactiva y que existe la poesía visual.

Naturalmente, estamos hablando de algunos conceptos aún en construcción, que no están definitivamente perfilados, porque los cambios vertiginosos que ocurren en el campo de la tecnología también tienen un reflejo en la manera en que son conceptualizados.

Todavía no existe una definición acabada del Artenet. ¿Qué cabe en esta categoría? Sabemos que es arte, pero el arte tiene muchas vertientes, y lo que propone esta nueva palabra, Artenet, es una alusión clara al arte que se produce y proyecta a través de la Web, con las técnicas propias de ese medio revolucionario, para hacerlo más visible, participativo e impactante.

Para hacer Artenet hay que conocer las peculiaridades del ciberespacio, sus fortalezas y debilidades y la extraordinaria capacidad de llegar rápidamente a lugares y personas inimaginables y los sorprendentes recursos tecnológicos que pone en juego.

De hecho hay creadores, poetas, narradores y dramaturgos que están concibiendo sus obras como un todo, como un hipertexto; una mezcla de palabras, música, sonidos e imágenes en movimiento, que le agregan significados y completan su propuesta de contenido.

El desarrollo de las nuevas tecnologías favorece el cultivo de la denominada poesía visual, que, conforme explica la enciclopedia virtual Wikipedia, es una forma de poesía experimental en la que la imagen, el elemento plástico, en todas sus facetas, técnicas y soportes, predomina sobre el resto de los componentes. No hay dudas de que este tipo de poesía no verbal es un género propio.
En el campo de la experimentación, creadores de la poesía visual se mueven en las frontera existentes entre artes distintos como la pintura, la música, el teatro y la misma poesía, dando lugar a diversas formas de poética, como la poesía fonética, la visual, el concretismo, la poesía sonora y el letrismo.

En el estudio de la poesía visual se toman en cuenta elementos como el uso de la tipografía y del color, la disposición del espacio y la inclusión del diseño gráfico... En general, lo verbal y lo icónico confluyen en una forma de arte de síntesis, en una forma de poesía iconoclasta, totalmente alejada de lo convencional, que no nos remite a las magníficas producciones de Quevedo, Salomé Ureña o Pablo Neruda, poetas de otros tiempos.
Aunque parece que hablamos de recursos novedosos por completo; no es así. En el caso de la denominada poesía visual, tiene antecedentes. No fue creada en el siglo XIX y ni siquiera en el siglo XX. Aparentemente es vieja y eso lo demuestra la existencia de caligramas, que son escritos, por lo general poéticos, en que la disposición tipográfica procura representar el contenido de los versos. Se considera el inicio de la poesía figurada en verso los caligramas atribuidos al poeta griego Simmias de Rodas, hacia el año 300 A de C.
Se tiene constancia de que ya en el siglo XX el arte de la poesía visual existía, en España, con figuras que lo cultivaban como los poetas Gerardo Diego, Juan Larrea y Guillermo de Torre.
Es conocido que la poesía española de principios de siglo estuvo influenciada por el futurismo italiano, el dadaísmo y el cubismo y que se hizo eco de la plasticidad y visualidad de las nuevas escrituras poéticas con sus caligramas y el uso innovador de la tipografía, el collage y de una nueva disposición del espacio.

Las vastas y singulares posibilidades que ofrecen el diseño gráfico actual, la musicalización y las imágenes en movimiento son recursos extraordinarios para trabajar de manera creativa la poesía y la narrativa virtual, de la cual casi no se habla, pero que estoy segura de que se pondrá en notable vigencia en los próximos años.

¿Por qué? Sencillamente porque la literatura del ciberespacio está cobrando cada vez más auge. Además, es indiscutible que se está creando una generación de lectores, desde ya acostumbrados a la pantalla del computador, a la música y al movimiento de la imagen. Ese público no se conformará con las páginas convencionales de un libro, donde no aparecen los recursos tecnológicos puestos en juego en los websites y en los sistemas de comunicación multimedia.
¿Esto quiere decir que desaparecerá el libro tal como lo conocemos hoy o que nuestras lecturas, en el futuro, se harán en el computador o en el libro electrónico, que ya ha sido creado?
Es un poco peregrino apresurarnos a decir qué va a pasar en el devenir próximo, dada la vertiginosidad y complejidad de los acontecimientos que nos tocan en materia de comunicación y en la literatura. Pero creo que habrá una coexistencia de las formas de lectura y de producción convencionales con las nuevas maneras de crear y difundir la literatura.

Por otro lado, se está originando un intenso proceso de difusión de las obras literarias y de contenidos analíticos en la web. La profusión de websites y de blogs relacionados con la literatura es extraordinaria. Ya el interesado en los temas literarios puede acceder de manera rápida y gratuita a una cantidad impresionante de contenidos que contribuyen a aumentar sus conocimientos y a conocer autores, cuyas obras no aparecen fácilmente en las bibliotecas tradicionales.

Para los escritores consagrados y para los noveles, Internet ofrece incontables posibilidades para proyectar sus obras y para lograr intercomunicar de manera veloz a comunidades literarias diseminadas en diversos puntos del globo terráqueo.

Parece magia, pero no lo es. La comunicación, la transmisión de data, de imágenes y sonidos son recursos que están al alcance de una conexión, de un teclado. Un escritor incluso puede contactar a una editorial extranjera o nacional por Internet o publicar una producción o parte de ella en un portal administrado por personas que él no conoce físicamente.

Como vemos, las nuevas tecnologías nos ofrecen múltiples posibilidades para hacer más eficientes y atractivas nuestras producciones y para conseguir que nuestras obras se proyecten a través del inmenso ciberespacio y lleguen a lugares y personas desconocidas.

Sin embargo, a pesar de tantas facilidades y avances, no podemos lograr que la tecnología suplante nuestra imaginación y nuestra capacidad de pensar, abstraernos, reflexionar y de ser críticos. Esos recursos de la inteligencia y materia prima esencial para la creación son netamente humanos. No obstante, es indiscutible que bien utilizados, en concordancia con los recursos que nos ofrecen las tecnologías de la información, contribuirán a que seamos más productivos y vanguardistas y a que lleguemos a públicos próximos y lejanos, con los que nunca habíamos soñado.

Conferencia pronunciada el 11 de septiembre, de 2007, en Centro Cuesta del Libro, dentro del Corredor Cultural, de la Secretaría de Estado de Cultura
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Panorámica de la narrativa dominicana


Por Rafael Peralta Romero


Al concluir el ensayo con el que acompañó su antología titulada “Veinte cuentos de autores dominicanos”, don Max Henríquez Ureña escribió lo siguiente:

“No son pocas las esperanzas que se cifran en la nueva generación, cuya labor es fecunda y brillante. A medidas que el tiempo pasa, vemos que tales esperanzas no son vanas, puesto que esa generación empieza ya a producir obras fuertes y bellas”.

Era 1938. Fabio Fiallo pasaba de los setenta y José Ramón López llevaba dieciséis años de fallecido. ¿A quién se refería Max Henríquez si Marcio Veloz Maggiolo sólo contaba cuatro años de vida, Virgilio Díaz Grullón y Manuel Salvador Gautier iniciaban la educación básica, en tanto que René del Risco Bermúdez, Miguel Alfonseca y Armando Almánzar recién nacían?Jóvenes de ese momento eran Juan Bosch que estaba por cumplir los treinta años, Tomás Hernández Franco, treinta y cuatro, Ramón Marrero Aristy, veinticinco y otros autores que publicaron sus primeras obras antes de 1930, tales como José M. Pichardo, Gustavo Adolfo Mejía, Manuel Patín Maceo y César N. Perozo y por supuesto José Rijo, incluido en la antología de don Max Henríquez, cuando sólo contaba veintitrés años y sobre quien cayó muy efectivamente el vaticinio del antólogo.

Con la mención de estos pocos nombres corro el riesgo de ocultar otros, pero apenas estamos comenzando este encuentro, además de que mi exposición ha sido definida como una panorámica de la narrativa dominicana. Panorámica es una visión amplia.

A propósito no he incluido el adjetivo “actual” en el título de la disertación, puesto en la comunicación que me dirigiera el padre Eduardo García Tamayo, y no lo puse como un mecanismo de defensa, pues si uno trata de usar conscientemente los adjetivos, mostrará mayor dominio de su propia expresión, en este caso el adjetivo “actual” serviría para especificar y por tanto para delimitar el tema.

Quien traza panorámicas, afronta un peligro y disfruta de una ventaja. El peligro consiste en el extravío en que puede incurrir al tratar de captar puntos de vistas muy amplios sobre el asunto tratado. Es como si al tomar una fotografía nos alejamos del objeto a retratar, la cobertura será mayor, pero los objetos o personas retratados quedarán más pequeños.

En el caso de un disertante, la ventaja que se le presenta viene dada en el hecho de que no se le puede exigir hondura en el tratamiento de los temas, porque está hablando de todo y talvez de nada. Tengo el miedo desde antes de acceder a este escenario, porque sé que ese es mi caso.Les ruego que no me tilden de pretencioso, pero dirigiré la visión hacia atrás para captar un poco los orígenes de nuestra narrativa. Me voy al siglo 19.

Los hermanos Angulo Guridi, Alejandro (1822-1906) y Francisco Javier (1816-1884) han dejado una tarea para historiadores de la literatura, investigadores y bibliógrafos. Me refiero al trabajo de indicar cuál ha sido la primera obra literaria, en el campo de la narrativa, producida por un autor dominicano.

Mientras por un lado se afirma que La campana del higo, Silvio y La Ciguapa, de Francisco Javier Angulo Guridi, publicadas en 1866, conceden a este autor el honor de la primacía en la publicación de obras narrativas. Otros citan insistentemente a La fantasma de Higüey, del mismo autor, como la primera novela nuestra.

Pero el acucioso investigador Miguel Collado ha escudriñado más al fondo y presentó la novela Cecilia, de Alejandro Angulo como anterior a ésta y también como anterior a El Montero, de Pedro Francisco Bonó (de 1856). De acuerdo a los datos de Collado en su libro Apuntes Bibliográficos sobre la Literatura Dominicana, Cecilia se publicó por entregas, como era costumbre entonces, en el periódico El Progreso en 1853.

Por cierto que en el citado libro de Collado aparece como apéndice el fragmento que se ha podido localizar de esta obra de Alejandro Angulo Guridi, autor del cual se incluye en el mismo volumen el relato El Garito, considerado por los investigadores la primera obra de la narrativa breve de nuestro país, que fuera localizado en el periódico El Orden, de 1854.

Tanto la novela El Montero, de Bonó, como La Fantasma de Higüey, de Javier Angulo, han sido editadas por instituciones culturales y presentadas como la primera novela dominicana. Recientemente se ha hecho una edición comercial de La Fantasma de Higüey.
En ese sentido dejaremos la palabra a los investigadores, para ser consecuente con una frase de Mao Zedung, político y escritor chino, quien enseñaba que quien no investiga no tiene derecho a la palabra.

La segunda mitad del siglo 19 ha servido para echar las bases de muchos aspectos de la dominicanidad. Tras la fundación de la República, en 1844, ocurre una larga lista de episodios para afincar la nacionalidad, o para negarla, que incluyen la entrega de nuestra soberanía a la antigua metrópoli, por consideración exclusiva de un inconsulto caudillo.

Esta acción genera como reacción, dos años después, la guerra por la Restauración, luego las montoneras, la prevalencia de caudillos que se consideraban dueños de la nación y las reformas sucesivas a nuestra Constitución. Baste con recordar que se produjeron diecisiete reformas en los 56 años de vida republicana correspondientes al siglo 19, como quien dice una alteración cada tres años.

Me parece que todo esto dejaba poco tiempo para el necesario reposo que conlleva la creación literaria de gran aliento, como es la novela. Pero tampoco para el cuento, si tomamos a la letra la expresión del profesor Juan Bosch según la cual es más difícil lograr un buen libro de cuentos que una novela.

Escribir una novela conlleva el despliegue de inteligencia, imaginación, formación y dedicación. La primera necesidad que ha de satisfacer un escritor que se proponga incursionar en la novelística, debe ser mirar lo que ocurre o ha ocurrido en su entorno, penetrar en ello, captarlo, asimilarlo, transformarlo, procesarlo y devolverlo a la sociedad como obra de arte.

La búsqueda de la identidad por parte de los pueblos de América originó un movimiento en la literatura que hizo volver la vista al pasado, hacia los aborígenes de estas tierras. Ejemplo de esto es la obra Los amores de los indios, de Alejandro Angulo Guridi, y otras expresiones en verso y prosa.

En consonancia con esta tendencia aparece Enriquillo, de Manuel de Jesús Galván, la cual se publica en formato de libro en 1882, aunque comenzó a difundirse en la prensa en 1879, hasta ahora considerada nuestra más importante novela. Es el tiempo de las Fantasías Indígenas, de José Joaquín Pérez, acoplada mixtura de poesía y relato.

Antes de terminar el siglo 19 aparecen dos autores que ganarían notoriedad en nuestra historia literaria. En 1892 se publica la bella novela romántica Baní o Engracia y Antoñita, de Francisco Gregorio Billini y un año después se conoce Madre culpable, de Amelia Francisca Marchena, recordada más por su seudónimo Amelia Francasci, quien publicaría otras tres o cuatro novelas.
Ella superó a tiempo el llamado síndrome de la novela única que ha afectado a muchos de nuestros autores durante mucho tiempo. Con Francasci y Billini asoman otros intentos literarios con los que cierra el siglo 19. Vale citar a Cosas Añejas de César Nicolás Penson, que si bien no son cuentos, acumuló el mérito de ser el primer libro dominicano constituido por narraciones en prosa.

Toda novela tiene que narrar una historia, o una sucesión de historias entrelazadas. Un novelista compone la historia con vistas a producir un cierto efecto en el lector, para retener su atención, conmoverle y provocar su reflexión.

La narrativa dominicana de final de siglo 19 y principios del veinte ha tenido como materia prima escenas y estampas de valor criollista, leyendas, y expresiones íntimamente asociadas a la vida de esa sociedad elemental y bucólica.

El trabajo literario ha venido en proceso de crecimiento, quizá no al ritmo deseado, pero hay constancia de la variación temática, la adopción de nuevas técnicas narrativas y de la elevación del volumen de obras publicadas.

Según datos del historiador Frank Moya Pons, en su valioso libro Bibliografía de la Literatura Dominicana, en dos tomos, durante el siglo 19 se publicaron 58 obras literarias en diez variedades de géneros, de las cuales hubo siete novelas y dos libros de cuentos.

Si comparamos estas cifras con lo ocurrido en el primer tercio del siglo veinte, concordaremos en el auge constante de la producción literaria narrativa. Veamos: En las primeras tres décadas del pasado siglo se publicaron, de acuerdo a los registros de Moya Pons, 42 novelas y 26 volúmenes de cuentos. La poesía, por supuesto, ocupó los primeros lugares con 228 libros en ese período.Nada han de extrañar estos datos, habitando como habitamos, en una tierra muy fértil para la poesía. Pero es bueno observar cómo viene creciendo el número de publicaciones de obras narrativas, ya que en el segundo bloque de tres décadas (1931 a 1960) se cosecharon 98 novelas y 67 libros de cuentos. La cantidad de libros de cuentos lanzados en esos treinta años resulta superior a la totalidad de obras de autores dominicanos editadas en todo el siglo 19.Es a partir de la tercera parte del siglo veinte cuando el cuento supera a la novela. Moya Pons registró para el período 1961-1990 un total de 151 novelas publicadas y 160 libros de cuentos.Es que los vientos de la libertad desatados a partir de la caída de la tiranía, en 1961, propiciaron cambios en todos los órdenes, sobre todo en el ideológico. Y claro, la creación literaria, y el arte en general, no pueden sustraerse al sentimiento ni al pensamiento.

Pero más adelante retomaré el asunto relativo a la producción de los años sesenta en adelante y quizás me decida por usar el adjetivo “actual” para aplicárselo a esta panorámica, como sugirió el padre García Tamayo, mientras tanto, para ser coherente con lo que he venido haciendo, debo retomar el hilo de la reseña histórica, el cual dejé finalizando el siglo 19.

El siglo veinte se inaugura con cuentistas de fina estampa, entre ellos José Ramón López, el de los Cuentos Puertoplateños, publicado en 1904. Con este autor comienza a hablarse del cuento en sentido estricto. Antes, muchos publicaron leyendas, consejas, cuadros de costumbre y otras formas de la narración breve. También hubo los cuentistas ocasionales que escribieron uno o dos cuentos.

Fabio Fiallo, más celebrado como poeta, ofrece en 1908 sus Cuentos Frágiles y en las dos décadas siguientes aparecen algunos cuentistas que motivan a Max Henríquez Ureña a expresar las palabras que hemos citado al principio de esta exposición: “No son pocas las esperanzas que se cifran en la nueva generación, cuya labor es fecunda y brillante”.

En este período surge también Sócrates Nolasco, quien ha ocupado posiciones señeras en la historia de nuestra narrativa con sus cuentos de tema sureño, interés por lo autóctono y la vida contemporánea.

La vida contemporánea, los conflictos sociales, las luchas por la subsistencia y por la libertad, estarán presentes siempre en la narrativa, con las necesarias variantes de una época a otra. En muchos casos, el autor contará los hechos en forma diferida porque los ha vivido, por ejemplo en su niñez, y los ha vertido tiempo después, intelectualmente procesados.

El vegano Federico García-Godoy, con su trilogía compuesta por Rufinito, Guanuma y Alma dominicana, es un buen ejemplo de ello. Pero también lo es Tulio M. Cestero con su novela La Sangre, clásico dominicano, y Andrés Francisco Requena con Los enemigos de la tierra, todas aparecidas en el primer tercio del siglo 20. Es un momento de gran crecimiento literario e impulso de la narrativa, cuando aparecen además, La Mañosa, de Juan Bosch, y Cañas y Bueyes, de Francisco Eugenio Moscoso Puello.

Es el tiempo que en aparecen dos escritores de discreto brillo, pero de obra consistente: Hilma Contreras y Ulises Heureaux hijo. Este último resultó favorecido por las circunstancias para trasladarse a Paris a realizar sus estudios, pero al parecer desfavorecido por la semejanza de su nombre con el de su tristemente célebre progenitor. ¿Será cierto que los pueblos no perdonan?
Hace falta detenerse en la apertura ideológica y política iniciada en los años sesenta, para referirse a lo que ocurre actualmente en la narrativa dominicana. Bajo el lema de que “cien flores se abran y compitan cien escuelas ideológicas”, los grupos culturales amamantados por la Universidad Autónoma de Santo Domingo regaron por todo el país la semilla del estímulo a la creación literaria.

Por todo el país nacieron talleres literarios hechos a semejanza del taller César Vallejo de la UASD. Allí cientos de jóvenes practican la literatura con el criterio de quien asiste a un taller artesanal a aprender un oficio.

A partir de los años sesenta, el cuento ha merecido el apoyo de varias instituciones para estimular su creación. La propia UASD, el Movimiento Cultural Universitario, instituciones bancarias, el obispado de la Altagracia, desde los tiempos del inolvidable monseñor Pepén, el Movimiento Cultural la Máscara, con el apoyo financiero de E. León Jimenes, apoyo que luego fue transferido a Casa de Teatro y también desde hace quince años a Radio Santa María, entidad que nos congrega hoy para dejar abierta la convocatoria a la XV versión.

Otras instituciones que mantienen premios literarios que incluyen el género cuento son Alianza Cibaeña, Sociedad Renovación, de Puerto Plata, la Fundación Juan Bosch, la Comisión Permanente de la Feria del Libro y más recientemente la Fundación Global, propiedad del Presidente Fernández. De igual modo, el Colegio Médico, para sus miembros, y el Banco Central, para su personal, premian la creación literaria y el cuento nunca se queda.

Durante el pasado cuatrienio, el Banco Central organizó un concurso de cuentos en una de cuyas ediciones me correspondió servir como miembro del jurado. Recuerdo haber contado 224 cuentos participantes, con buenos niveles de calidad, la mayoría de ellos. A esto hay que sumar el aumento de los montos en metálico de los premios nacionales que auspicia desde hace décadas el Estado dominicano.

Estos hechos me permiten afirmar que la situación actual del cuento en República Dominicana es auspiciosa. Me parece auspiciosa por la cantidad y la calidad de los cuentistas que han surgido en las últimas décadas y por los estímulos que recibe el género cuento de parte de algunas de las instituciones que cuentan con recursos para soportar publicaciones y premios.

Importantes editoriales internacionales se han establecido en territorio nacional, algunas con grandes infraestructuras y suficientes recursos, para incursionar en el negocio del libro tomando en cuenta la producción literaria de los autores dominicanos. Hasta ahora, esas empresas se han interesado sólo en cuentos y novelas, que son realmente más demandados que otros.

La preparación de algunas antologías de cuentos de autores dominicanos para presentarse en el extranjero, incluso en otras lenguas, indica que comenzamos a romper el cascarón y que nuestros libros tendrán otros mercados.

La forma en que los escritores nacionales desarrollamos nuestro trabajo, constituye verdadero ejemplo de firmeza en la vocación. Escribimos, revisamos, editamos, financiamos y vendemos. Aquí sale realmente caro el ser escritor.

Pero todos pensamos que un día nuestros libros tendrán mayor salida y todos confiamos en que en algún momento conquistaremos el mercado internacional. Y así tendrá que ser.

Hay muchos nuevos nombres en la narrativa dominicana, para anotarlos todos se requiere largo tiempo y dedicación muy serena. Las generaciones forjadas en los años 60, 70 y 80 ya han presentado frutos suficientemente maduros.

Formas de expresión y temas de las obras no han sido obstáculos. En este tiempo concurren narradores experimentalistas como ortodoxos y se cuentan historias realistas, fantásticas, absurdas y también las que no cuentan nada.

No sería bueno terminar sin señalar nombres como los de Diógenes Valdez, Pedro Peix, Federico Jóvine Bermúdez, René Rodríguez, Rafael García Romero, Pedro Valdez, Avelino Stanley, William Mejía, Nan Chevalier, Angela Hernández, Emilia Pereyra, Pedro Camilo, Luis R. Santos, Manuel García Cartagena, Edwin Disla, Rafael Darío Durán, Sélvido Candelaria… porque no resulta fácil mencionar a todos los que producen buenos cuentos y novelas, para atribuirles la expresión de Max Henríquez Ureña, escrita en 1938, pero traída, y no por los moños, a este momento auspicioso de la narrativa dominicana.

“No son pocas las esperanzas que se cifran en la nueva generación, cuya labor es fecunda y brillante. A medidas que el tiempo pasa, vemos que tales esperanzas no son vanas, puesto que esa generación empieza ya a producir obras fuertes y bellas”.

*Texto de la disertación del Lic. Rafael Peralta Romero en el acto de apertura de la XV versión del Concurso de Cuentos de Radio Santa María, el 21-11-07, en La Vega.

Protagonismo oculto de la mujer en la narrativa dominicana

Por Miguel Solano

La hora y el lugar de este evento fueron concebidos con el claro objetivo de lograr el estricto respeto por el gran discurso: Un profeta no debe hablarles a más de doce apóstoles. Pero las cosas han cambiado; y mucho. Bueno, como ustedes, creo que el crecimiento poblacional lo justifica: ¡Bienvenidos todos! ¡Bienaventurados quienes entran al hogar del estudio de la lengua y el cultivo de las letras!

Gracias, muy especiales, a Don Manuel Salvador Gautier, Coordinador de Grupo Mester, por hacer este evento posible. Y mis abrazos de Sol a mis compañeros, prestigiosos intelectuales, Emilia Pereyra, Ángela Hernández y Rafael Peralta Romero por aceptar mi presencia entre ustedes.

Las palabras “gracias infinitas” no son suficientes para decirle al Presidente de la Academia Dominicana de la Lengua, Don Bruno Rosario Candelier, lo que quiero expresarle por hacer de esta institución lo que debe ser: Porque la lengua pertenece al pueblo y el cultivo de las letras debe procurar su felicidad.

El Sueño era Cipango: Primer caso

Es como si la literatura nos dijera: Primero tenemos que saber quienes somos antes de ser alegres. Y una vez que sabemos quienes somos, entonces podemos cantar, ¡ah, bueno!, ahora debemos ser alegres, trabajar en conquistar la felicidad.

En el primer plano, el hombre empezó tan desesperadamente la búsqueda de su origen que creó toda clase de dioses. La búsqueda se le prolongaba y estaba retardando demasiado su natural inclinación hacia el logro de la felicidad, entendida como una mayor inclinación de la balanza hacia el lado donde se depositan los momentos alegres, frente a aquellos que pueden considerarse como tragedia o el lado oscuro de la comedia.

Así que al final decidió establecer como su origen un Dios, creador de todas las cosas y con el poder, como una forma de mantenerse ocupado, de escribir los diversos destinos, los infinitos destinos; y hacerlo de forma tal que ejerce con justicia su santo poder de repartir goces y castigos. Y el hombre, tan sabio como Dios, olvidó su gran dilema: Determinar, establecer el origen de Dios. Bastaba con saber que teníamos un creador, responsable de nuestros destinos.
Esa sabiduría se estableció como pacto síquico entre los humanos, quedando como gran tarea la búsqueda del momento feliz.

Ese mismo ciclo parece vivir cada ser humano. La peor tragedia es no saber quiénes son tus padres, desconocer tu origen sanguíneo. Y quienes han vivido esa trágica experiencia jamás se han podido dedicar a la búsqueda del momento feliz sin antes encontrar la respuesta de quién es su madre y quién es su padre. Para disminuir un poco el dolor de la tragedia hacen de esa búsqueda parte del destino por lograr el momento feliz.

Con los pueblos ocurre lo mismo, solo que en dimensión diferente, pero para estar satisfechos y para demostrar que no tenemos dudas, llamamos a nuestros fundadores, Padres de la Patria. Porque ya no se trata de alucinaciones con la diosa creadora, sino con el origen cercano de nuestros antepasados y el misterio que entrañan sus recuerdos, y la continuidad de su linaje pues de una u otra forma no queremos separarnos de nuestra integración divina.

En ese sentido, en El Sueño era Cipango, novela de la autoría del actual presidente de la Academia Dominicana de la Lengua, Don Bruno Rosario Candelier, fue establecido, divinamente, el origen del pueblo quisqueyano; y lo hizo en una forma tan excelsa y bella, que parece el mismo acto de creación universal en siete días, sólo que el presidente y fundador del Movimiento Interiorista no usó los elementos naturales con que Dios creó, a través de la palabra, sino que usó el más puro y terminado de todos: el amor.

Fue como si Bruno le dijera a todos los dioses antiguos: Miren, ustedes perdieron mucho tiempo en lograr armonizar materia, alma y espíritu para crear el Universo; yo voy a crear el mundo quisqueyano usando un solo elemento: el amor.

¿Y quién fue que decidió usar la capacidad creadora de Bruno para dejar establecido cual fue el origen del pueblo quisqueyano, el origen de nuestra quisqueyanía?

Lo hizo una diosa indígena llamada Toeya. Los hechos brotaron como un gran misterio. Propongo que a este misterio le llamemos, en la narrativa, “Misterio de la Fe Creadora”, La razón es que el autor fue atrapado por el personaje quien lo obliga a descartar la teoría de la racionalidad y a sustituirla por el caos, donde los hechos ocurren no por causa, sino por una imposición misteriosa y totalmente fortuita…Escuchen como Bruno lo narra:

“Los pocos habitantes que quedaban en la villa estaban a la expectativa del esperado ataque de Caonabo. Muchos salían y entraban de la Gobernación. Los soldados estaban preparados para cualquier cosa. También al Convento acudían en masa, afligidas y temerosas, las personas que se mantenían en La Isabela.

“El ultimo día en La Isabela no solo fue dramático y expectante sino sorprendente y curioso. La sorpresa que nos dejó a todos boquiabiertos, incluyendo a los mismos frailes, a pesar de las alarmantes circunstancias en que nos hallábamos, fue la inesperada noticia que protagonizó nada más y nada menos que Don Benigno de Rocaforte. Justo en la última hora del último día en La Isabela, poco antes de recibir la instrucción de embarcarnos, supimos que el ilustre Caballero de la Orden de Malta, el orondo Consejero del Almirante Mayor, se casó en secreto con la india Toeya, y de inmediato emprendió viaje hacia un lugar desconocido de la isla en compañía de un par de indios”, El Sueño era Cipango, pág. 252.

Allí, en medio de la tragedia, la bella e inteligente princesa Toeya, se hacía de la mano de todo un personaje español para crear al pueblo quisqueyano.

El fenómeno le resultó tan extraño que el propio autor, ejerciendo su magna vocación de maestro, trató de explicarlo diciendo que:

“Don Benigno se caso con la bellísima aborigen, partió de La Isabela y nunca más tuvimos noticias suyas. Suponemos, sin embargo, que la sorpresiva determinación de unirse en matrimonio con la agraciada princesa aborigen, no fue fruto de una improvisada decisión de última hora en atención al momento crucial que vivíamos los isabelinos, sino que fue previamente calculada, ya que es lógico suponer que el prestante funcionario mantuvo con la antigua criada de don Régulo algún tipo de relación, que todos desconocíamos, a propósito de sus frecuentes visitas a la residencia del acaudalado comerciante”.Pág. 253, tercer párrafo.

No conforme con esas suposiciones, agrega más:

“Y supongo también que debió operarse en su conciencia y su sensibilidad una radical transformación, ya que un hombre de su alcurnia y su mentalidad, que siempre adversó a los indios, es llamativo el hecho de que termine casándose con una aborigen, por bella e inteligente que fuere, como sin duda lo era Toeya, y sobre todo el hecho de quedarse a vivir en la isla en unas condiciones tan adversas, como fueron los últimos días en La Española”. Pág. 253, tercer párrafo.

Claro, en mi caso, las suposiciones, las explicaciones incrementaron las dudas, mi curiosidad.
Ahora sabemos que la mujer, como las demás especies femeninas, posee un detector cerebral que le permite localizar y reclutar al macho con que quieren prolongar su existencia como especie. Si asumimos que para Toeya, Benigno debía significar muy bueno, buenísimo; y Rocaforte, piedra fuerte, encontramos las razones que la llevaron a tomarlo de la mano y construir el pueblo quisqueyano que hoy somos.

Yo siempre me preguntaba quiénes somos. Y me respondía con orgullo diciéndome “somos esa mezcla bien lograda del europeo, africano y el indígena”. Era lo obvio, era lo que sabíamos, pero siempre me quedaba el vacío de saber cómo ocurrieron las cosas. No me satisfacía esa forma de cómo lo cuenta la historia de laboratorio, esos pedazos de párrafos mal sumados carecen del gran creador: el amor.

Y el día en que leí El Sueño era Cipango, mi corazón dio un misterioso salto y por mi cerebro empezaron a caminar las imágenes de la Princesa Toeya con Don Benigno de Rocaforte tomado de mano, guiándolo entre los bosques y haciendo posible que el sueño del amor, el sueño quisqueyano, renaciera. Entonces vi mi origen, lo vi con mis propios ojos.

La Princesa Toeya esperó 252 páginas para imponer en el creador Bruno Rosario Candelier, el “Misterio de la Fe Creadora”. Su protagonismo fue oculto; y valió la pena.

Yo le profetizo a ustedes que esta isla que se llama poéticamente Quisqueya, terminara llamándose, legalmente, el Estado Quisqueyano, porque esa bella e inteligente Toeya, que tomó misteriosamente la memoria de Bruno para dejar en claro cuál es nuestro origen, no dejará de trabajar, jamás; y como Melquíades, en Cien Años de Soledad, no se retirará de nuestra dimensión hasta ver su obra consumada.

TIEMPO para HEROES: Segundo caso.

Parece que como pueblo solamente nos encontramos cuando nos miramos a través de nuestros héroes, no del Dios creador, sino del humano visible y tocable, del simple humano que a través de su imaginación maravilla sus limitados poderes.

Don Manuel Salvador Gautier, nuestro laureado novelista y Coordinador del Grupo Mester, fue poseído por una maravillosa mujer que se hizo con todo el coraje, la belleza, la inteligencia y la astucia que debía tener una luchadora contra la maquinaria criminal de la tiranía Trujillo-Balaguerista.

La bella e inteligente Toeya reaparecía. No ya para crear un pueblo, que ya existía, sino para posibilitarle un estilo de vida donde pudieran ejercer, a plenitud, las maravillas del amor. Esa mujer, que ahora adoptaba apellido guerrero, Zaida Guerrero, como la Toeya de El Sueño era Cipango, también estuvo oculta durante 252 páginas. Tiempo para Héroes son cuatro novelas. La primera “El Atrevimiento”, tiene 242 páginas, en esa parte, Zaida Guerrero no aparece. En la segunda, Pormenores del Exilio, con 240 paginas, nuestra protagonista oculta inicia su vida en la página 13. La Tercera, con 217 páginas, lleva como título “La Convergencia”, y la cuarta, con 130 páginas, tiene por nombre y apellido “Monte Adentro”.

El propio Don Manuel Salvador Gautier confiesa, en una conferencia titulada “El arte y la técnica en la novela”, dada en la Biblioteca República Dominicana, el 26 de julio de 2007, que “Tiempo para Héroes se inicia en Santo Domingo, en el momento en que su protagonista principal, Guarionex Pérez, pelea con un compañero de escuela en enero de 1958, y termina cuando éste muere en julio de 1959. El pleito hace que Guarionex sea enviado a Santiago, donde conoce al otro protagonista, Publio José Santamaría; allá, sin proponérselo saca a su tío Tutín Tejera de un atolladero; el tío, un rico empresario, agradecido, paga su viaje a Nueva York…y así sigue. Lo curioso es que, cuando la comencé, no sabía que todo esto iba a suceder. No había establecido una trama a seguir. Fui creando los episodios, las situaciones y las intrigas según escribía la novela”.
Es importante esa última confesión de que “No había establecido una trama a seguir. Fui creando los episodios, las situaciones y las intrigas según escribía la novela”, porque es ella la que nos obliga a preguntarnos, ¿Cómo se mete un personaje en la cabeza del creador? ¿Hacen los personajes que el creador sienta la necesidad de ellos?

Zaida Guerrero y Publio José se encuentran, luego de estar más de siete años separados, en una fiesta que un tío del protagonista ofrece para bendecir su llegada a Nueva York. En esos momentos Publio José, con rango de Teniente de la Fuerza Aérea Trujillista, es un diplomático con un puesto en la ONU, conectado con los ricos liberales de Washington y estudiando economía en una universidad neoyorquina. Por su linaje en la Republica Dominicana es un hombreimportante; y se está preparando para ser más importante, quizás presidente de la República.Salvador Gautier define a Zaida Guerrero como portadora de una voz grave y una sonrisa encantadora, de dedos largos y finos, con una cabellera castaña desmelenada, ojos grandes con sombras marrones, cintura fina y pechos llenos y firmes. Cuando yo la veo como personaje me la imagino más hermosa, con mayor bravía; y siento que lo es.

Durante un tiempo estuvieron enamorados, e incluso hicieron planes, o soñaron con ellos. Pero ahora cuando se reencontraban, aunque el amor seguía siendo la fuerza dominadora, las posiciones políticas eran opuestas. Publio José, un funcionario, Zaida Guerrero, una conspiradora.
Como una maestra de la conspiración, Zaida Guerrero, quien ya maneja las relaciones con el protagonista principal, asume ante su grupo la responsabilidad de trabajar a Publio José y ponerlo a conspirar contra la tiranía; y lo logra. En ese momento Zaida, quien como dije, apareció en la novela después de haber pasado 252 páginas, adquiere el control de los personajes en la obra. Zaida ama a Publio José tanto como él la ama a ella, pero no le cedió hasta estar completamente segura de que el teniente Santamaría se integraba en cuerpo y alma a la lucha contra la tiranía. Como La Toeya de El Sueño era Cipango, con la fuerza del amor salvaba al país, a su raza; y para ello hacía uso del Misterio de la Fe Creadora.

Publio José y Guarionex, reclutados por Zaida Guerrero, se van al entrenamiento en Cuba. En junio de 1959 llegaron por Constanza, Maimón y Estero Hondo como hombres héroes que venían a ponerle fin a la tiranía que oprimía, salvajemente, al pueblo de la bella Princesa Toeya. Al saltar del avión que los trajo, Publio José siente como Zaida Guerrero lo acompaña en el campo de batalla. Así lo narra Don Manuel Salvador Gautier:

“Zaida fue la primera visión que dominó su imaginación. Zaida, esposa y señora. Sonrió, mientras la veía con su cabellera suelta domada por su mano, y su cuerpo maravilloso bajo el suyo. Era hermosa pensar ahora en ella, despejada de su inminencia, y resaltar en su mente cada pequeño gesto, cada bello atributo, cada manifestación espontánea de esa personalidad suya que él adoraba. La había pensado así muchas veces, durante el entrenamiento en Mil Cumbres; ahora la sentía envolviéndolo con su voz, alentándolo, proponiéndole un futuro juntos, aunados en propósitos, integrados en motivos”, Monte Adentro, Pág. 7, cuarto párrafo.

Las lágrimas de mi Papá: Tercer caso.

A la humanidad le ha costado mucho entender; y aún no lo entiende perfectamente, que nuestra movilidad física es impulsada por la enorme necesidad que tiene la especie humana de preservarse. Nuestro movimiento migratorio es impulsado por una necesidad biológica interna que lucha por lograr, a través de las combinaciones de razas, una más hermosa, sana, poderosa e inteligente especie. Más aún:

La migración nos enseña a recuperar la fe que por engaño ya perdimos, nos enseña de nuevo a amar y a perdonar. Por esa razón cuando uno se divorcia debe irse lejos. Mientras más lejos más rápido recuperamos la fe perdida y más rápido aprendemos de nuevo a amar y a perdonar.
Y esa búsqueda, el amar de nuevo, el perdonar, el recuperar la fe; ese palpitar espiritual, el sabio hombre lo bautizó con la hermosa palabra llamada amor.

Nadie como la madre para concentrar y expresar la pureza de ese sentimiento. En Las Lágrimas de mi Papá, novela de la autoría de Miguel Solano, que soy yo, Josefina Rodríguez, la madre del protagonista, impone en la obra el destino del personaje. Y lo hizo poniendo en la mente del personaje principal un arma que ningún poder ha logrado derrotar: el amor en las misiones.
La novela es una obra de género vivencial en la que se presenta una batalla entre el padre y la madre por el destino del hijo. El padre usa su fuerza material, su poder económico; la madre, la ilusión del amor. Aquí reaparece el Misterio de la Fe Creadora. Ya, en El Sueño era Cipango, Toeya creó la raza, en Tiempo para Héroes, hizo el sacrificio que posibilitaba la libertad y en Las Lágrimas de mi Papá crea la esperanza de un destino sabio, justo y amoroso.

Mientras el padre trata de conquistar el destino de su hijo con poder económico, -le entrega el manejo del colmado-, la madre logra conquistarlo con la sabiduría del amor y pone en la cabeza del niño un recurso que lo proyecta en el tiempo más allá de sus propias posibilidades de existencia. Así lo narra el autor:

“Mi mamá entendió la táctica y en ese sentido actuó. Con la excusa de que viniera a desayunar me llamó a la cocina, me abrazó y adoptando una posición en la que sus ojos quedaban frente a mis ojos, y haciéndome entender la grandeza de su encomienda, musitó:

“Hijo, fruto de mi vientre, carne de mi alma, yo tenía que ir al Vaticano, pero ya me ha ocurrido algo y no podré ir, tú irás por mí. Para ir al Vaticano tienes que saber muchas cosas, muchas cosas hijo, muchas cosas.

“Aquella frase, aquel acto, aquellos sentimientos que se desprendieron de su corazón y que entraron en el mío, se expandieron dentro de mí como un vuelo de mariposa. Yo no tenía la más mínima idea de lo que era el Vaticano, pero tenía en mi alma una misión de mi mamá que debía cumplir, por encima de los vientos, de los mares, de las montañas, de los dioses y los hombres”, Págs. 25,26.

Con ese discurso, Toeya, ahora Josefina Rodríguez, haciendo uso del Misterio de la Fe Creadora, adquirió el dominio total del personaje, del protagonista. A partir de ese momento, cuando ya tenía raza y disfrutaba de libertad, debía vivir la aventura del amor. Y esa ha sido mi vida.
Y eso, la búsqueda del amor, que no parece ser encontrado hasta que hallamos al humano que posee las características biológicas necesarias para crear con nuestro aporte una especie que posibilite la supervivencia, es lo que obliga al humano a ir de un lado a otro buscando perpetuarse. Y una vez más, lo repito aquí, sólo la ciencia poética tiene oídos para escuchar, ojos para ver, dedos para palpar, narices para oler y lenguas para saborear y expresar esta exquisita verdad.

Un poco de lo universal

El caso más extraño de mujer que se oculta para imponer el destino del protagonista, lo es Dulcinea del Toboso. Ella es el más puro amor que caballero alguno haya encontrado, la más grande inspiración que héroe alguno haya tenido sobre la faz de la tierra. Lo misterioso de Dulcinea es que ella jamás actúa, deja que se actué en su nombre, y ese solo hecho basta para imponer la justicia y honrar al amor.

Y debemos preguntarnos: ¿Por qué Miguel de Cervantes usó esta mujer, su diosa, como la protagonista que hace posible la novela, pero que no aparece actuando?

Al usarla como Diosa, como su Magdalena, pero al impedirle que actuara, la liberó de las manos asesinas, la liberó de que, como a Magdalena, la acusen de prostituta, aunque en ninguno de los cuatro Evangelios aparece como tal.

Las tragedias que habían vivido las sabias mujeres del mundo debieron haber llevado a Miguel de Cervantes a esa conclusión. O, para seguir la tónica de nuestros discurso: Obligaron a Dulcinea del Toboso, ya en el cerebro de Cervantes, a imponerle a éste el que la convirtiera en un personaje intocable, inmodificable, el que la pusiera en un lugar donde las manos asesinas no lleguen, donde no lleguen ni los ladrones ni las polillas. Y ese lugar no podía ser otro que la ilusión inspiradora: el Misterio de la Fe Creadora.

Los propagandistas gubernamentales entendieron, mucho antes de Cristo, que cambiar dioses toma mucho tiempo, pero que va más rápido cuando la nueva historia asume, se pone el traje de la vieja. Diciembre 25, la fecha de nacimiento del dios persa, Mithros, se convirtió en el nacimiento de la navidad cristiana. Horus, el hijo de Isis, lo convirtieron en Jesucristo, el primogénito de la Virgen María. Poseidón fue convertido en el Diablo Pitchfork; el pentágono, pentacle, el símbolo del sagrado feminismo, lo asociaron al satanismo; y a las brujas, diosas de las tribus gitanas, las asociaron con los asesinos en serie.

Los gnósticos creen que la revelación espiritual es solo posible desde dentro, sin interferencias de sacerdotes o rabinos. Lo que el escritor hace es despertar a lo que es y descubrir el Dios que lleva dentro. Y ¿cuál es ese Dios? Dios es reconocer que todo es uno, “y eso es gnosis, conocimiento”. Y si tú logras amar, convivir armoniosamente con todo lo creado, has alcanzado el paraíso.
Es la madre o la hija, alguien quien mantiene entre nosotros esa conexión con lo divino. En la tradición judía esa figura es Shekinah, quien es la presencia de Dios y representa lo femenino. En la tradición islámica ella es llamada Sakina y se comporta de la misma manera o en forma parecida. Sakina acompaña el alma a través de la vida. En el mundo Gnóstico, ella vive una vida ordinaria, sufre, disfruta y comparte el entendimiento de la vida humana. Hace posible que cosas inusuales ocurran y es una mujer muy poderosa. En la tradición cristiana, la Virgen María o Magdalena deben cumplir esa misión, pero como la mujer fue acusada de poseer poderes satánicos, sustituyeron su representación con el fruto de su vientre: Cristo Jesús. Y entonces el espíritu femenino entendió que debía ocultarse para llevar su mensaje.

En Romeo y Julieta quien primero se suicida, aunque con la intención de renacer en 42 horas, es Julieta. Romeo la sigue. El mensaje allí es claro: si acaba la mujer, acaba el amor, acaba la vida. Cuando Julieta renace y descubre que Romeo se había suicidado para seguirla hasta el lugar donde se duerme en paz, entonces se clava su daga y muere realmente, dando el ejemplo de que una mujer no abandona en el camino a quien ha sacrificado lo máximo.

En el Mercader de Venecia, William Shakespeare, deja establecida, claramente, la gran diferencia entre las teorías cristiana del perdón y la clemencia; y las teoríasu judía del perdón y la clemencia. Y más importante aún, deja establecida la política que debía seguir la civilización occidental a la hora de elaborar, aprobar y poner en ejecución los códigos judiciales. A pesar de que la novela está fechada en el 1595, es una mujer, Portia, aunque Shakespeare la viste de hombre, -diosa en el más extenso significado de la palabra-, quien expone ante la Corte la funcionabilidad del aparato judicial, quien asume la defensa del acusado y quien explica la gran diferencia entre las teorías cristiana y las teorías judía en materia de perdón, justicia, acuerdos comerciales y clemencia.

Pero esa sabiduría se ha nublado con obsesiones e insanos deseos terrenales. Buda sostiene que nacemos con la sabiduría para sobreponernos al sufrimiento. La mujer ha encontrado en la poesía como ocultarse para enfrentar a esos deseos que nos distraen constantemente del camino al nirvana. Y quizás no representen todos los aspectos de la vida, pero representan cada aspecto de la vida. Nacimiento, crecimiento, búsqueda de la felicidad y disfrute del momento en que el amor se hace felicidad; vejez, enfermedad, muerte…Todo es parte de la vida y por más que se sufra, uno tiene que completar el viaje solo. Cuando Toeya se apoderó de la capacidad narrativa de Bruno lo hizo, cuando Zaida Guerrero se adueñó de la vocación creadora de MSG lo logró; y cuando Josefina Rodríguez tomó la prosa de Miguel Solano lo alcanzo.

Y el misterio está en que yo no he visto que la mujer haga eso, es decir, imponga o revele el destino del protagonista, cuando la narradora es femenina. Quizás lo hayan hecho, pero no lo he visto, yo no lo he visto.

Todos los humanos tienen la habilidad para canalizar su encarnación en el aparato de la existencia. Ese conocimiento tiene miles de años. Ahora, la pregunta está en ¿tienen las almas humanas la habilidad de programar la existencia de futuras generaciones, e incluso de pueblos enteros?

Sostiene Buda que a medida que envejecemos perdemos la habilidad para canalizar nuestra encarnación. La habilidad se recobra con dos condiciones: la primera es cuando estamos a punto de morir; la segunda es cuando se está dando a luz. Ambas situaciones le ocurren o solo pueden ocurrirles a las mujeres. Y yo agregó una tercera: la habilidad de la mujer para entrar en la mente de los narradores, de los poetas y continuar desde allí su mensaje de que la paz también puede imperar en el mundo de los vivos, de que no solo los muertos pueden detener la guerra.
Muchas gracias. Hallen paz para sus pechos. Y pernoten mis errores que yo también de barro fui formado.

*Conferencia pronunciada por el escritor Miguel Solano con motivo de su ingreso formal al Grupo Mester de Narradores de la Academia Dominicana de la Lengua.Santo Domingo, D.N., R.D.Octubre 24, 2007, 4:00 p.m.


Los Procesos Creativos en la Literatura
Elementos comparativos entre la cuentística de Juan Bosch y la de Virgilio Díaz Grullón

Por Manuel Salvador Gutier

Introducción

La literatura es uno de los quehaceres humanos con los que el hombre produce efectos y objetos que le sirven para vivir y sobrevivir. Está considerada un arte, es decir, está calificada entre los productos más representativos del hombre, aquellos que confirman el extraordinario hecho de su racionalidad. El hombre piensa, elucubra y, como resultado, manipula su entorno de acuerdo a las circunstancias que lo asedian. Para manejar su entorno, el hombre improvisa con su intelecto, inventa, crea. Es notorio que en este proceso de creación o invención de cualquier elemento que maneja el hombre, éste comienza con soluciones simples, a veces grotescas, y concluye con estilizaciones que demuestran su capacidad imaginativa y estética.

A través de dos maestros cuentistas dominicanos, demostraré cómo este proceso se manifiesta en la literatura de la República Dominicana, a partir del momento en la década de 1930 cuando se crea el cuento contemporáneo en la República Dominicana. Estos maestros son: Juan Bosch (1909 – 2001) y Virgilio Díaz Grullón (1924 – 2001).

El precedente histórico más antiguo sobre este proceso no lo encontramos en la narrativa, sino en la poesía. La obra literaria que tiene mayor reconocimiento como obra fundacional de la civilización occidental euro céntrica es La Ilíada, atribuida a Homero (siglo IX antes de Cristo). También a Homero se le atribuye La Odisea. Sin embargo, en su introducción a esta última obra, el crítico José Alsina, poniendo en duda esta supuesta autoría de las dos obras por un mismo autor, las compara de la siguiente manera: “El lector de la Ilíada sabe muy bien que, en ella, el curso de la acción sigue un claro proceso rectilíneo. Jamás el poeta se detiene para hacer marcha atrás. Los episodios siguen un proceso lineal, que se precipita en los últimos cantos del poema para conducirnos rápidamente al desenlace. Nada de eso ocurre en La Odisea. Su autor es un poeta de genio que, aunque ha aprendido posiblemente su técnica del autor de La Ilíada (aquí Alsina da a entender que no es el mismo autor), ensaya sus propios medios, dándonos una obra originalísima, tanto en la concepción como en la estructura” (1). “En definitiva, las dos obras siguen estilos muy diversos: la primera adopta la narración lineal o ficción tradicional del ochocientos, hoy en día considerada superada, en contraposición con la otra, que asume la narración compleja o ficción experimental considerada el requerimiento de la contemporaneidad. Es interesante cómo estos planteamientos se presentan en todas las épocas del acontecer literario, siempre y cuando guardemos las distancias ante la complejidad del desarrollo de la literatura narrativa de Homero a la de hoy” (2).

En la literatura española, la obra cumbre es la novela El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra (1547 – 1616), publicada en 1605, descrita por expertos de la siguiente manera: [Cervantes fue] capaz de renovar todos los géneros narrativos de su tiempo (caballeresca, pastoril, bizantina, picaresca, cortesana, etc.), y esto lo hizo con su indudable genio creativo, pues la novela se entendía por entonces a la italiana, como relato breve, y no estaba contemplada teóricamente en las retóricas. La fórmula novelesca empleada hay que ir a buscarla a sus propias obras, y no pasa de unas cuantas claves que han sido inteligentemente sistematizadas por Riley: verismo poético de los hechos, admiración de los casos, verosimilitud de los planteamientos, ejemplaridad moral, decoro lingüístico, etc. Son los mismos principios, por otro lado, que rigen en el resto de sus creaciones, siempre situadas en esa franja mágica que queda a caballo entre la vida y la literatura, la verdad y la ficción, la moral y la libertad... (3). Otro crítico añade dos claves más: La primera, salvaguarda de la organicidad del conjunto, bien que sometida al principio barroco de la unidad en la variedad; y la segunda, el punto de partida épico(…), fundado en la realidad más cotidiana(…), que estaba llamado a convertirse, sencillamente, en el patrón de la "novela moderna”(4).

A una manera que existía de escribir con sencillez, Cervantes propone el cambio hacia lo complejo, sujeto al movimiento cultural de su época, el barroco, un término que se deriva de la complicación arquitectónica impuesta a la simplicidad del Renacimiento y que se aplica a todo arte excesivamente recargado de adornos (5).

Para tratar la actualidad literaria, es imprescindible tomar en consideración los movimientos literarios que caracterizaron el siglo XIX y continuaron con las vanguardias durante el siglo XX. La diferencia entre éstos es que cada uno establece la manera de dar sentido al tema y su relación con la forma. A toda esa época literaria que coincide con el desarrollo industrial en el mundo, se le considera la época de la modernidad. En la actualidad estamos bajo un paraguas cultural muy amplio calificado de postmodernidad literaria que, según algunos críticos, comenzó a mitad de siglo XX, en 1941, con las muertes de James Joyce y Virginia Woolf (6).Con el fin de comparar las obras de los dos autores escogidos, usaré algunas claves, varias de ellas ya mencionadas, aplicadas a la obra de Cervantes, otras escogidas para demostrar la tesis propuesta. Estas claves son:1) Obra fundacional2) Movimiento literario a la que pertenece la obra.3) Consideración de estima por parte del autor del tema y el sujeto presentado en la obra.4) Adecuación del estilo de la obra literaria al género, al tema y a la condición social de los personajes.5) Salvaguarda de la coherencia de la obra.6) Punto de partida de la obra, fundado, o no, en la realidad más cotidiana.7) Imagen y lenguaje en la obra.8) Correspondencia entre sentido y forma en la obra.

Sobre la obra cuentística de Juan Bosch

En la República Dominicana, Juan Bosch es el autor fundacional del cuento contemporáneo. Antes de 1930, había un dominio de la estampa, la anécdota, la sátira política o el cuadro de costumbres (7). Bosch transformó las viejas imágenes de la vida campesina (8) y dio a los narradores dominicanos una nueva manera de manejar el sentido, aunque no introdujo variantes a la forma, ya que la gran mayoría de sus cuentos son lineales, obligados a seguir el canon, propuesto en su obra “Apuntes sobre el arte de escribir cuentos”, de que el relato debe tener un hecho-tema único y una “fluencia constante” (9), lo cual ya habían concebido grandes autores de cuentos como Edgar Allan Poe. Bosch inició un movimiento literario sin precedentes en la República Dominicana, donde el cuento se ha desarrollado hasta alcanzar niveles universales.Hay dos fuentes literarias de donde Bosch pudo recibir influencia para realizar su obra: el verismo italiano de fin de siglo XIX o el “realismo social” que se cultivó a principios del siglo XX en toda Latinoamérica, una posible derivación del realismo socialista soviético, ya que muchos de sus mentores eran afiliados a los partidos comunistas de sus respectivas naciones (10).En el verismo italiano “se presenta un mundo campesino pobre y muy retrasado, visceralmente ignorante, supersticioso e íntimamente anclado a los prejuicios, aunque moralmente sano.... Tal situación induce al verismo hacia un pesimismo sustancial, que ve en el progreso un mecanismo destinado a chupar a los más débiles… (La obra)… de esquema… verista es siempre de argumento contemporáneo o, de todos modos, no muy lejano en el tiempo. Las descripciones de los ambientes naturales o humanos son precisas y minuciosas. El evento se desarrolla en un ambiente generalmente restringido, estudiado y descrito con precisión, para tomar los tratos característicos que determinan el comportamiento de los personajes de los cuales se profundizan con precisión "científica" los precedentes, las eventuales taras familiares y las condiciones económicas. Ambientes y hechos son vistos con los ojos de los personajes y son transformados con un léxico y un estilo que tiende a reproducir de lo que se habla, ya que la Lengua imita lo hablado conectado a las oportunas condiciones sociales y regionales, colorándose o contaminándose frecuentemente del dialecto” (11).

Esta descripción puede adoptarse para examinar los cuentos de Bosch. En un estudio comparativo entre un cuento de Giovanni Verga, el autor más representativo del verismo italiano, y uno de Bosch, pudo establecerse claramente esta correspondencia (12). Sin embargo, el paralelismo llega más lejos. De la misma manera que los italianos, instalada la República a fin de siglo XIX, tuvieron que mirarse hacia adentro, ver lo que tenían, con qué contaban, cuáles eran los problemas que debían resolver, los latinoamericanos, a principios de siglo XX, tuvieron que hacer lo mismo. En la década de 1920, a nivel cultural, surgió la influencia ideológica de la revolución mexicana, admirada por todos, con sus propuestas de liberación socialista. En la literatura, comenzaron a publicarse las obras descarnadas que correspondían a esas denuncias y soluciones sociales.

El verismo o “realismo social” que trabaja Bosch es básicamente descriptivo. El autor interpreta un mundo exterior que influye en las actitudes de los personajes, pone a estos en una situación dada y describe sus reacciones. Sea contada por un narrador omnisciente o en primera persona, la acción parte de una reacción estimulada por un elemento externo. En la mayoría de las ocasiones hay que interpretar cuál es el discurrir de los personajes al tomar sus decisiones.En Bosch también aparecen las tendencias de lo real maravilloso y del realismo mágico, Aunque algunos las consideran una misma, estas tendencias son más conocidas diversificadas en las obras publicadas de Alejo Carpentier, la primera, y de Gabriel García Márquez, la segunda. Se trata de un manejo realista del paisaje, los ambientes, los personajes, las escenas, las acciones, hasta que aparecen elementos que comienzan a no tener contrapartida con la realidad. La mayoría de las veces estas irrealidades vienen como producto de la alucinación de un personaje o de una comunidad, aunque no se presentan como tales, sino como producto de la experiencia que vive el personaje o la comunidad. En el cuento “El muerto estaba vivo”, basado en la creencia popular de que un muerto vuelve para vengarse de los vivos que lo han ofendido, Bosch entra en lo real maravilloso. Los protagonistas de este cuento son hombree comunes y corrientes que viven una experiencia irreal. Hay algunos cuentos más en esta vertiente, como “La bella alma de don Damián”.

Con el cuento “La mancha indeleble” Bosch se introduce en otra tendencia muy desarrollada en Latinoamérica, la de lo fantástico rayando en lo absurdo, aunque lo hace como metáfora, para desarrollar el tema del hombre que se atreve a desafiar el autoritarismo, como se atrevió a hacerlo él frente a la dictadura de Rafael Trujillo. Un hombre entra a una habitación y le piden que entregue la cabeza, nota en vitrinas miles de cabezas y por los alrededores sus cuerpos andando sin ellas, decide escapar, lo hace, etcétera.

Dado que la gran mayoría de sus cuentos están trabajados bajo la vertiente del verismo o “realismo social”, entendemos que Bosch debe ser considerado como el más extraordinario escritor de la modernidad dominicana.

Ahora bien, el genio de Bosch no está en que haya adoptado un movimiento literario o una tendencia dada, si no en cómo lo hizo. Este razonamiento puede aplicarse a Virgilio Díaz Grullón, el otro autor escogido.

No hay dudas que Bosch tenía una gran simpatía por la causa de los desamparados. En 1963, cuando fue Presidente de la República, la Constitución que hizo aprobar por el Congreso Nacional iba dirigida a comenzar la eliminación de esas grandes diferencias que había (y hay) entre la clase dominante y la clase dominada. Sus cuentos son una denuncia de las relaciones entre las clases; también son revelaciones de situaciones entre los integrantes de una misma clase. El tema del conjunto de sus cuentos es la miseria humana y los temas individuales son ilustraciones de cómo se verifica esta miseria en instancias particulares ocurridas a sus personajes. El sujeto es el campesino dominicano, el obrero, los pequeños empresarios y sus explotadores. Sus temas son evidentes y, hasta cierto punto, tienen características de moraleja, de enseñanza, de demostración. Entre otros, aparecen como temas individuales: la desconsideración del patrón al asalariado (“Los amos”); la solidaridad entre asalariados pobres (“Camino real”); la lealtad, aunque signifique mayor sufrimiento para quien la practica (“La mujer”); el hado, que contribuye a empeorar lo que es ya deplorable (“La Nochebuena de Encarnación Mendoza”). En todos sus cuentos, se siente ese convencimiento de que la humanidad debe ser rescatada, y que la vida debe y puede vivirse con dignidad.

Bosch es el defensor de una clase social a la cual él no pertenece. Dentro de esa clase es inclusivo, trata a todos sus personajes sometidos a una situación de subordinación y de desamparo. Sus finales sorpresivos son casi siempre reacciones inesperadas de los personajes frente a una situación de acoso. Hasta cierto punto, es una demostración de la estima del autor por esta clase, ya que con ello demuestra que hay posibilidades de que, eventualmente, estos personajes puedan reaccionar y enfrentar los requerimientos para su propia mejoría.

Las características estilísticas en los cuentos de Bosch van acorde a las reglas que el autor ha propuesto para su realización. El total del cuento relata un sólo hecho, sin desvíos, aunque con algunas posibles complicaciones en algunos de ellos, como en el caso de “La Nochebuena de Encarnación Mendoza”, en que hay dos historias paralelas, el del padre que busca a su familia y el del hijo que teme al posible muerto que amenaza el paraje rural donde vive. Sus relatos son lineales y secuenciales, lo cual conlleva a otro de los señalamientos de Bosch, el de la “fluencia constante”. Hay pocas metáforas. Las oraciones son cortas o no muy largas. En los diálogos entre los campesinos se usa la deformación dialectal del español hablado. En cuanto al tema, es uno sólo, tratado en base al desarrollo de la trama, a las caracterizaciones de los personajes y a las descripciones del paisaje y los ambientes, todo enmarcado en la condición social del personaje principal, casi siempre un campesino.

Los cuentos de Bosch son coherentes en su correspondencia entre el tema y su desarrollo. También lo son en la relación del espacio y el tiempo de la trama contada. En el cuento “La Nochebuena de Encarnación Mendoza”, donde, en las dos historias paralelas, podría darse un lapso, los tiempos y los recorridos de los personajes principales, el padre y el hijo, coinciden totalmente. Se trata de lo siguiente: El padre, un convicto, anda huyendo y quiere pasar la Nochebuena en su casa, con su familia; al amanecer del 24 se esconde entre los cañaverales para esperar la noche y alcanzar su casa. Ese mismo amanecer, el hijo sale de la casa; encuentra al padre sin reconocerlo, y lo cree muerto. Podría pensarse que si el hijo tuvo esa facilidad de encontrar al padre en un recorrido que no parece muy largo desde donde salió, el padre pudo hacer un esfuerzo supremo para llegar a su casa antes de que amaneciera; pero entonces, no habría cuento. Además, por su coherencia conceptual, este cuento es quizás uno de los mejores de Bosch.

Todos los cuentos de Bosch describen una realidad social que se presenta a través de las condiciones económicas de los personajes y en las actitudes y las relaciones entre ellos; también en los lugares y ambientes donde se encuentran. Son realistas en cuanto esa realidad se describe crudamente, dentro de la cotidianidad en que viven.

Las imágenes que surgen de la cuentística de Bosch son nítidas, sin dobleces. La mayoría de las veces vienen de las relaciones entre los personajes, y entonces encontramos la violencia, la terquedad, la amistad, el amor, en acciones bien definidas. Pocas veces hay descripciones de paisajes; cuando los hay, el autor lo hace con parquedad y gran belleza lírica. A veces Bosch detalla con mucho cuidado la fisonomía o la facha de un personaje, o algún artefacto que éste maneja, para que el lector lo capte tal como el autor lo quiere; también puede describir con cuidado un ambiente, para ubicar la acción adecuadamente. La secuencia de escenas es continua, concatenada, de acción. Hay pocas reflexiones de conciencia; si el autor siente que debe hacerlo, prefiere expresarla a través de un personaje. Sin embargo, cada cuento, en su totalidad, es un planteamiento para el llamado a la conciencia del lector, con el fin de que enfrente esa realidad social que a lo mejor éste desconoce o quiere ignorar.

En estos cuentos, sentido y forma se manejan para apoyarse mutuamente, de manera que haya claridad conceptual. Encontramos sencillez en la adopción del lenguaje de manera que no existan dobles sentidos, aunque sí, sentidos que el lector deberá descubrir. Hallamos verosimilitud; las imágenes son las que son, sean éstas: descripciones, paisajes, ambientes, acciones, actitudes, sentimientos, no se pretende que signifiquen otra cosa de lo que el autor propone. Para mantener la simplicidad de la propuesta, la forma es directa, continua, secuencial, sin ambigüedades ni circunloquios. El cuento entra enseguida en la acción y atrapa el interés del lector. Normalmente, en una escena hay sucesivamente, manejados con fluidez, la descripción de una acción y la animación de un diálogo. Las explicaciones son compactas, interesantes. La descripción de una acción dada es impecable, a veces, sencillamente genial, como en el cuento “Mal tiempo”, que trata el viaje por el río del muchacho que persigue un tronco en un cayuco y tiene que vérselas con las oleadas de una inundación. Con una técnica descriptiva concisa y tenaz, Bosch crea en el lector la misma angustia por la que pasa el personaje.

Sobre la obra cuentística de Virgilio Díaz Grullón

En la República Dominicana, Díaz Grullón no es el autor fundacional de la literatura sicológica ni de la fantástica o de lo absurdo, las dos vertientes literarias en que se clasifican sus cuentos; pero sí es el autor que, en el cuento, desarrolla estas vertientes al máximo de sus posibilidades.Para tratar la literatura sicológica de Díaz Grullón damos la siguiente definición: “En el cuento psicológico, por lo general, el proceso asociativo, analítico, etc., del inconsciente es igual o tiene mayor importancia que el evento externo -es decir, el evento que se cuenta se registra subjetivamente en la mente del protagonista. Así en el cuento psicológico, es muy común que el cuentista enfatice la vida subjetiva y emocional del protagonista”. Esta definición aplica al manejo que hace Díaz Grullón de sus cuentos sicológicos. “En inglés, los mayores exponentes (del cuento sicológico) fueron… Katherine Mansfield (Nueva Zelanda, 1833 – 1933) y James Joyce (1881 – 1941), William Faulkner (1897 – 1962). En italiano, Alberto Moravia (1907 – 1961), y Cesare Pavese (1908 – 1950). En español, los mayores exponentes han sido, quizás, Eduardo Mallea, Juan Carlos Onetti, Filiberto Hernández, y Mario Benedetti” (13). Es a estos grandes autores que se iguala Díaz Grullón. Si aceptamos que la postmodernidad comienza en 1941, varios de estos autores vienen de la modernidad, otros de la postmodernidad, lo que significa que la literatura sicológica se montó a caballo sobre los dos períodos.

En cuanto a la literatura de lo absurdo, un crítico señaló sobre la obra de Franz Kafka (1883 – 1924), iniciador de esa vertiente literaria, que su prosa “no se distorsionaba jamás. Había una lógica, una naturalidad, un razonamiento tan claro y veraz en los acontecimientos reales o imaginarios que nos presentaba... que tornaba hasta lo aparentemente más delirante y absurdo en una verdad irrefutable” (14). Esta definición aplica a la obra de lo absurdo de Díaz Grullón. El surrealismo o la literatura de lo absurdo o realidad fantástica puede considerarse también a caballo de los dos períodos, modernidad y postmodernidad, ya que Kafka murió en 1924, pero su influencia perdura hasta el día de hoy.

Por su incursión a partir de 1958 en las vertientes sicológica y de lo absurdo de la literatura universal, podemos considerar a Díaz Grullón como uno de los grandes autores de la postmodernidad dominicana.

El tema principal que Díaz Grullón trata en su obra es la insatisfacción del hombre con la vida, sus acechos y sus perfidias. Los sujetos más tratados en sus cuentos son miembros de la clase alta y media, niños y adultos con algún problema de indefinición subjetiva o de locura. “Ser niño y no entender al hombre; no entender al hombre y serlo; ser hombre y encontrar tan sólo la muerte —en este silogismo descabellado se mueven sus personajes, niños y hombres socialmente normales, aunque síquicamente inseguros o inestables, a veces incomprensibles, descritos con un realismo que raya en el hiper realismo, tanto cuando nos conduce por vericuetos temáticos esencialmente (sicológicos), como cuando lo hace dentro de un periplo ingeniosamente surrealista o de lo absurdo” (15).

El tema de la muerte está presente en muchos de sus cuentos. “En los catorce cuentos de Crónicas de Altocerro (16), sólo dos de ellos dejan de tratar la muerte, aunque en varios hay que entender a qué modalidad de la muerte se refiere el autor. Podemos dividir estas modalidades en dos grandes grupos biológicos: el de la muerte natural y el de la muerte violenta; en estos dos grupos la persona expira y se inicia inmediatamente la descomposición de su cuerpo. Pero podemos señalar, también, un tercer grupo: la muerte sicológica, donde el cuerpo del individuo sigue ejerciendo todas sus funciones biológicas, pero su mente se ha trasladado a otra dimensión, desarraigada de la realidad, o, por lo contrario, donde el individuo vuelve de la irrealidad a vivir la vida consuetudinaria y aborrecida de todos los días. Tenemos, finalmente, un cuarto grupo, donde la muerte es utilizada como recurso literario por el autor; se trata de la muerte no especificada, que sólo se constata por sus efectos. Díaz Grullón juega con los cuatro grupos” (17).En “Cómo matar un ratón”, el primer cuento escrito por Díaz Grullón ya adulto (18), el tema es lo propicio que es destruir todo lo dañino, sea una alimaña o un ser humano. Junto con “Edipo”, es uno de los pocos cuentos que hace referencia a la dictadura de Rafael Trujillo, contra la que el autor combatió. En “Edipo”, el tema es la desesperación por superar la etapa del autoritarismo; en “La enemiga”, es el egoísmo que llega al extremo de matar, con tal de lograr sus fines; en “El reloj”, es la necesidad íntima de sustituir afectos cuando uno de ellos, como el de la madre, desaparece; en “El pequeño malvado”, es la amenaza a la inocencia de la niñez cuando se conozca la verdad. En todos estos cuentos manejados dentro de la tendencia sicológica, hay una introspección subjetiva donde el sujeto, el niño o el hombre, presenta sus dudas y sus desazones.En la tendencia de lo absurdo los temas se mantienen hacia lo inadecuado de la vida. En “Más allá del espejo”, el tema es la búsqueda de una vida mejor, donde el protagonista “prefiere vivir en otro mundo a seguir en el que está… dentro de una situación muy similar a la que corresponde a la creencia cristiana de una nueva vida después de la muerte” (19). En “Círculo”, es “el terror como el elemento fundamental (de la vida), terror por contraste, terror por la imposibilidad del protagonista de manejar (una) experiencia alucinante como hacía con su vida usual, donde éste disponía de lo que haría en cada momento” (20).

Díaz Grullón tiene consideraciones muy definidas sobre los temas y sujetos que trata. Cuando se le señala la supuesta poca importancia de los temas (ya hemos determinado que no es así), sobre todo en su primer libro, Un día cualquiera, en que maneja situaciones muy triviales, el autor aclara “para mí, la importancia del hecho no reside en el hecho en sí, sino en la capacidad de ese hecho para generar una reacción de interés en el carácter, en la personalidad de aquel que lo afronta” (21). Es decir, para el autor, no hay temas ni hechos triviales, todo está en cómo el sujeto reacciona ante las situaciones que enfrenta y cómo estas se presentan al lector. Aunque en algunos cuentos Díaz Grullón trata sujetos de las clases más bajas, su preocupación está en los de la clase media o de la alta, a la cual él pertenece; su propósito es presentar las zozobras interiorizadas de las personas que lo rodean, con las cuales se trata todos los días. Su obra no es crítica pero sí cruda. Pretende dar a conocer los problemas de esas clases sociales, supuestamente sin enjuiciarlos, aunque con el sólo hecho de escogerlos para su exposición hay ya un juicio de valor. Hasta cierto punto en su obra se siente una corriente de simpatía, de identificación, hacia estos personajes mortificados por los avatares de la existencia. No hay maltrato hacia ellos, sólo concretización de sus percepciones, sean éstas normales o anormales.El cuento psicológico y de lo absurdo, que desarrolla Díaz Grullón requiere introspección. El autor tiene que meterse dentro del personaje y asumir la responsabilidad de su actuación. El personaje se encuentra en un entorno que percibe a través de la situación emocional en que se encuentra. Díaz Grullón admite que su obra se somete a la corriente de la psicología llamada behaviorista o conductivista, adoptada, según él, por autores como Hemingway. Sobre cómo la aplica a su obra, dice lo siguiente: “El relato siempre lo hace un (narrador) neutro, que no interviene en nada, no opina, no lleva de la mano al lector ni le infunde, ni insufla ninguna idea. Se limita a fotografiar la realidad, como si fuera una cámara de cine. El autor se limita… a narrar los hechos…”. El autor no pretende “conducir del cabestro” al lector, sólo presentarle los hechos para que los juzgue (22).
Hay otra influencia que Díaz Grullón percibe en su obra, la de la novela policíaca. “Yo siempre he sido un apasionado del cuento y de la novela policíacos, desde muy joven… Las lecturas asiduas influyen mucho en la manera de escribir, en la manera de plantear los problemas. El final sorpresivo… es una característica de la literatura policíaca. En las novelas policíacas no se conoce el asesino hasta el último capítulo, y siempre existe un desafío al lector…” (23).Estas influencias, más otras que el autor acepta, como la muy prominente de Bosch, la de Kafka, Hemingway, Cortázar… hacen que Díaz Grullón cree un estilo consecuente con el género, el tema y la condición social de los personajes. Como Bosch, Díaz Grullón entra directamente en la acción, a veces de una manera activa, como con la frase: “¿Por qué no te casas, tía Julia?”, del cuento “Martillazos en la noche” (24); en otras, reflexiva, como con la frase: “Soy un hombre ordenado. Extremadamente ordenado y cuidadoso”, del cuento “Círculo” (25). En ambas frases, aparece la génesis del cuento, la propuesta de su contenido. En la opinión de un escritor dominicano, hay “dos características que son esenciales en la obra narrativa de Díaz Grullón: sencillez expresiva y concisión, o, lo que viene a ser lo mismo, una tendencia decidida por la frase precisa, breve, de muy escasa adjetivación, que huye de los incisos y del rebuscamiento y en la que no hay cabida, salvo en muy raros casos, para espejismos metafóricos ni complejidades sintácticas” (26). Mientras algunos críticos, incluyendo a Bosch, proponen que Díaz Grullón inscribe la literatura dominicana en el tema urbano, otro escritor dominicano ve en su obra “una unidad de vida donde el dominicano no está dividido entre el hombre de campo y el de la ciudad sino que constituye una amalgama de la que podemos obtener tipologías ambivalentes” (27). Esta condición se aprecia, sobre todo, en Crónicas de Altocerro, donde el lugar es un enclave urbano metido en una montaña, y sus habitantes son urbanos y rurales a la vez, como ocurría en las ciudades dominicanas hasta mitad de siglo XX. Sin embargo, en estos cuentos, en ningún momento el personaje, de la condición social que venga, actúa fuera de clase. En ningún momento el planteamiento de lo psicológico o de lo absurdo crea rechazo en el lector. En muchas ocasiones se siente el humor negro, el juego del autor con el lector.

Díaz Grullón mantiene en la mayoría de sus cuentos el tratamiento de causa–efecto predominante en la narrativa del siglo XIX, que tiene inicio, desarrollo, crisis y final. En casi todos sus cuentos, la crisis está, precisamente, en ese final inesperado que tanto le atrae. En algunas ocasiones el cuento se desarrolla en forma circular; finaliza donde comienza; y queda todo sin conclusión, sujeto a un nuevo comienzo. También utiliza la técnica de la regresión, que usó Alejo Carpentier en su cuento “Viaje a la semilla”: la historia comienza al final y vuelve linealmente en el tiempo, hasta el comienzo. El lenguaje de Díaz Grullón es el de un hombre educado, diestro en el uso de las letras, que no precisa utilizar palabras inusuales para deslumbrar a su lector, aunque podría hacerlo. Su poca estima por la metáfora viene, probablemente, de su deseo de lograr esa neutralidad conductivista que no admite posibles ambigüedades o interpretaciones asumidas.

Todos los cuentos de Díaz Grullón, hasta los más fantásticos, son coherentes. En “Círculo”, la secuencia de la transformación del personaje y su vuelta a la cotidianidad sigue una lógica que va, con toda naturalidad, de la realidad, a la irrealidad, de nuevo a la realidad. El cuento más difícil, “Punto de vista”, que leí varias veces para entenderlo, una vez captado, resulta aleccionador: un ser desprecia a otro por monstruoso sin darse cuenta de que es más monstruoso que el otro. “No debemos burlarnos de los demás por sus defectos” es, quizás, un planteamiento moral que el autor no se propuso hacer.

A pesar de que sus cuentos responden a las corrientes sicológica y de lo absurdo, y de que entran de lleno en la intimidad o subjetivismo de sus personajes, los puntos de partida de Díaz Grullón están fundados en la realidad más cotidiana. “Caín” expone las relaciones entre dos compañeros de la Primaria que se encuentran después de años que no se ven; el ambiente, el trato entre ellos, las introspecciones que se hace el narrador, todo es de una ordinariez que no prepara al lector para el final desolador, coherente con la reacción sicológica del narrador. “Más allá del espejo”, un cuento del absurdo, comienza en una tienda de antigüedades igual a cualquier otra conocida por el lector, que sigue con interés lo inesperado de la maniobra del personaje desde que pasa por delante de un espejo y no nota su imagen reflejada, hasta que entra al espejo para hablar con el ser que lo espera del otro lado.

La concisión de Díaz Grullón, con “una tendencia decidida por la frase precisa, breve, de muy escasa adjetivación”, hace que las imágenes que crea también sean concisas, aunque no tan breves, porque algunas son secuenciales, siguen una a la otra para crear la imagen totalizadora que, en el caso de los cuentos sicológicos, deberá ilustrar al lector para entender los apremios del personaje, y, en el caso de los cuentos del absurdo, deberá abrumarlo para obligarlo a encontrar la razón lógica a lo ilógico de la situación. La secuencia de imágenes en “El pozo sin fondo”, de tendencia sicológica, da una idea al lector de cómo el niño se mueve en su ámbito, qué busca, cómo se entretiene, y cómo, finalmente, encuentra un hecho real que lo ayuda a descifrar un hecho figurado que lo inquieta. La secuencia de imágenes en “Círculo”, de tendencia del absurdo, en la que el personaje se transforma y pierde su movilidad, es la misma que se obtiene con un grupo de fotografías que se pasan rápidamente una tras otra, una sobre otra, para crear la idea de movimiento (en este caso, de inmovilidad), el principio en que se basa la cinematografía.En la relación entre el sentido y la forma, lo importante del sentido es el tema; cómo éste se desarrolla; cómo, según se maneje de una u otra manera, se logra impactar al lector. De ahí la trascendencia de su relación con la forma. Hay estudiosos que consideran el sentido y la forma una misma cosa (28), ya que dar sentido a algo sin considerar la forma adecuada para hacerlo, no tendría los resultados que se proponen. En Díaz Grullón, esa secuencia de imágenes, ese ser conciso, ese tratamiento conductivista del cuento, logran una total correspondencia entre sentido y forma, ya sea en la interpretación lógica de una narración sicológica, con un personaje que hace interiorizaciones y toma decisiones en base a éstas, ya sea en la visualización ilógica de una narración del absurdo, donde el personaje se deja llevar por la irrealidad interpretada como la realidad. Hay algo muy curioso en Díaz Grullón: debido a que el autor se precia de no pontificar y se cuida de no ser explícito, los temas de sus cuentos no son evidentes, tampoco hay en ellos propuestas de moralejas (no importa si un lector avispado las quiera encontrar), aunque sí aparecen situaciones humanas muchas veces desgarradoras. Esto hace que el lector se deleite en seguir la trama, en descifrar al personaje, en tratar de descubrir el final inesperado, y se olvide de que existe un tema que fusiona y le da coherencia al todo, por lo que le resulta tan grata la lectura que hace de la obra. Este manejo positivo de hilos ocultos como los que mueven a un títere es sencillamente genial.

Entendemos que en la obra cuentística de Bosch se dan incursiones de lo simple a lo menos simple. En todos sus cuentos, Bosch mantiene las reglas que había propuesto: “persistir en el tema central; extraer al tema elegido las consecuencias últimas, con garra de animal de presa; hacer que el relato conserve el tamaño de su propio universo; no darle al relato medidas fraccionadas y distintas; y conseguir un final que sea siempre sorpresivo para el lector…” (29). Manteniendo estas reglas, en sus primeros cuentos escritos antes del exilio (30) Bosch concibe cuentos directos, de temas perceptibles, basados en la realidad que viven los personajes, manejados dentro del verismo o el “realismo social”. Algunos pretenden que con el cuento “Dos pesos de agua”, incluido en este período, Bosch se inicia en lo real maravilloso. Yo no estoy tan convencido. En este cuento aparecen las Ánimas del Purgatorio, seres irreales provenientes de la cotidianidad tradicional, nada fuera de lo común, aunque actúen fuera de contexto. Como cualquier autor de cuentos de hadas, ogros o gnomos, construidos para entretener o ilustrar, nuestro autor utiliza aquí un recurso de la imaginería popular religiosa con el propósito de presentar un tema sobre un principio muy valorado por los socialistas: la inutilidad de buscar soluciones a los males a través de la religión. Bosch sencillamente enriquece una tradición cuentística que viene de centurias. Ya en los cuentos escritos en el exilio, aparecen “El difunto estaba vivo” y “La mancha indeleble”, con sus influencias de lo real maravilloso y de lo fantástico absurdo. La diferencia entre “Dos pesos de agua” y estos cuentos es que, mientras en el primero los protagonistas son las Ánimas, personajes imaginarios, que actúan de acuerdo a su irrealidad, en los otros dos los protagonistas son hombres comunes y corrientes que viven una experiencia irreal, pero humana, lo cual crea lo mágico, lo maravilloso en su realidad personal. “El difunto estaba vivo” y “La mancha indeleble” significan un cambio hacia la complejidad en el manejo de la imagen.

Hay, además, un cuento, que deja de tener ese relatar sencillo, consecuente, atractivo que Bosch maneja genialmente. Se trata de “El indio Manuel Sicuri”, en el que Bosch abandona el lugar de todos sus otros cuentos, la región del Cibao, y se mete por las “pétreas vertientes de los Andes” (31). Aunque impecable en su confección, su relato aquí es extenso, con descripciones y explicaciones que abruman al lector, acostumbrado al Bosch ágil y consecuente; es como si la falta de familiaridad con los ambientes y grupos sociales conocidos lo forzara a explayarse. Este cuento, además, es uno de sus más largos. Para claridad de la argumentación, hay que entender que estas complejidades en el recontar de Bosch fueron sólo digresiones a su vertiente principal, el verismo o “realismo social”, donde prácticamente, no hubo cambios de contenido y sí aumento de la riqueza expresiva. Estas digresiones son interesantes porque nos dan una idea de lo que hubiera podido ser el Bosch más maduro, el cuentista que se dedicó a la política.

En cuanto a Díaz Grullón, entendemos que trabaja con dos tendencias literarias secuenciales en el tiempo histórico que significaron un enriquecimiento en la narrativa universal. La introspección sicológica, iniciada en el siglo XIX por Stendhal como una asociación de ideas, culminó en el siglo XX con el monólogo interior de James Joyce. El absurdo de Kafka tenía precedentes en el siglo XIX en la narrativa de ciencia ficción de Julio Verne, pero es Kafka quien le da el sentido de una experiencia interior del hombre en su interpretación de la vida, y lo lleva a una aventura sobrenatural y, en algunos casos, hasta metafísica, como en “La pareja”, de Díaz Grullón, donde un suicidio se convierte en una revelación del ser (32). Ambas tendencias implican un paso de complejidad en la narrativa del siglo XX. Esta narrativa, donde prevalecen las particularidades de la psiquis, es la más apreciada por los críticos como Milan Kundera, y continúa con gran fuerza en el siglo XXI. Siguiendo esta línea, la mayoría de los críticos postmodernos consideran un retroceso literario adoptar las técnicas y los temas del siglo XIX, especialmente la linealidad y el historicismo. Asimismo, el “realismo social” desarrollado a principios del siglo XX es considerado “político”; para que tenga vigencia en la actualidad, debe “humanizarse”, es decir, debe ofrecer “respuestas desideologizadas a los problemas de miseria, desintegración familiar, drogas, delincuencia, paro, etc., que se dan en la sociedad de nuestros días” (33).

En la comparación entre las dos cuentísticas tratadas, en el caso de la de Bosch predomina la enunciación de confrontaciones entre los hombres como resultado de eventos exteriores, y en el caso de Díaz Grullón predomina la exposición de la realidad síquica del hombre. Es el paso a una complejidad temática apoyada en una estructura secuencial que eventualmente conducirá a los autores del cuento dominicano a la adopción de técnicas como el monólogo interior, la no continuidad del tiempo y el espacio, la intertextualidad, y otras, de las cuales hacen uso autores de la década de 1960, como René Del Risco Bermúdez y Enriquillo Sánchez, quien además adoptará un surrealismo subjetivo e ilógico, ambos del Círculo Cultural El Puño, fundado en 1965. En la década siguiente, con una primera publicación de cuentos en 1978, surgirá Pedro Peix, quien, basado en la experiencia de los otros, incursionará en casi todas las técnicas de las vanguardias. Todos ellos son autores extraordinarios del cuento dominicano.

1) Homero, Odisea, Barcelona, Clásicos Universales Planeta, 1990
.2) Gautier, Manuel Salvador. “Una incursión tardía en el clasicismo. Principios, características, imágenes. Inicio del Período Clásico en la Literatura Griega y Universal”, Ensayos, en Pasión por la Literatura.
3) Miguel de Cervantes. autor de El Quijote de la Mancha. La Biografía. Dirección Google: www.aache.com/quijote/autor.htm - 35k –
4) Sevilla Arroyo, F. El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha. Enciclopedia Universal /Micronet/ 1998. Dirección Google: http://www.aache.com/quijote/libro.ht
5) Pequeño Larousse Ilustrado. Editorial Larousse. 1969. P. 137.
6) Postmodern literature. Wikipedia, the free encyclopedia. Dirección Google:http://en.wikipedia.org/wiki/Postmodern_literature
7) Céspedes, Diógenes. “Los cuentos dominicanos más sobresalientes del siglo XX”. Ob. Cit..
8) Céspedes, Diógenes. “Los cuentos dominicanos más sobresalientes del siglo XX”. Ob. Cit..
9) Céspedes, Diógenes. “Los cuentos dominicanos más sobresalientes del siglo XX”. Ob. Cit..
10) Diego Rivera. De Wikipedia, la enciclopedia libre. Rivera se inscribió en el partido comunista en 1922. Dirección Google: http://es.wikipedia.org/wiki/Diego_Rivera
11) Verismo. De Wikipedia, la enciclopedia libre. Dirección Google:http://es.wikipedia.org/wiki/Verismo
12) Ferro, María Antonietta. “Juan Bosch y Giovanni Verga, algo más que el mismo nombre. Comparación entre dos cuentistas”. Viernes 27 de abril. Feria del Libro 2007.
13) Librería hispana. Virgilio Díaz Grullón. Dirección Google:http://www.libreriahispana.com/virgilio/
14) Barna, Tomás. “La Introspección y el Sueño en el Microcosmos KAFKA”. Dirección Google:http://www.lamaquinadeltiempo.com/Kafka/TomasKaf.htm
15) Gautier, Manuel Salvador. “Nadie sabe vivir o morir”. Ensayo, Sobre Crónicas de Altocerro, cuentos de Virgilio Díaz Grullón, Panel sobre la vida del autor, organizado por el Departamento de Letras, Universidad Autónoma de Santo Domingo, 2001
16) Díaz Grullón, Virgilio. Crónicas de Altocerro. Editora Alfa & Omega, Santo Domingo, República Dominicana. 1994.
17) Gautier, Manuel Salvador. “Nadie sabe vivir o morir”. Ob. Cit.
18) Díaz Grullón, Virgilio. Cuentos completos. Editora Cole. 2002. P.52. En esta publicación este cuento se llama “Ratones”.
19) Gautier, Manuel Salvador. “Nadie sabe vivir o morir”. Ob. Cit.
20) Gautier, Manuel Salvador. “Nadie sabe vivir o morir”. Ob. Cit.21) Díaz Grullón, Virgilio. Cuentos completos. Ob. Cit. P. 59.
22) Díaz Grullón, Virgilio. Cuentos completos. El behaviorismo. Ob. Cit. P. 47
23) Díaz Grullón, Virgilio. Cuentos completos. Ob. Cit. P. 53.
24) Díaz Grullón, Virgilio. Cuentos completos. Ob. Cit. P. 109.
25) Díaz Grullón, Virgilio. Cuentos completos. Ob. Cit. P.131.
26) Díaz Grullón, Virgilio. Cuentos completos. Opinión de Pedro Vergés. P. 36.
27) Díaz Grullón, Virgilio. Cuentos completos. Opinión de Manuel Rueda. Pp. 39 – 40.
28) Meschonnic, Henri. CRISIS DEL SIGNO política del ritmo y teoría del lenguaje. Ediciones Ferilibro 2000. Traducción de Guillermo Piña Contreras. P. 26.
29) Bosch, Juan. Cuentos más que completos. Prólogo de Sergio Ramírez. Ediciones Alfaguara. México D. F. 2001. Pp. 14-15.
30) Bosch, Juan. Cuentos más que completos. Ob. Cit..
31) Bosch, Juan. Cuentos más que completos. Ob. Cit. P. 241.
32) Díaz Grullón, Virgilio. Cuentos completos. Ob. Cit. P. 244
33) Cine social: un género europeo.
http://www.conferenciaepiscopal.es/cine/pantalla_90/2004/FEBRERO/flashbac.htm

*Conferencia dictada el 5 de julio de 2007, en la sede de la Academia Dominicana de la Lengua, en la Calle Mercedes de la Ciudad Colonial.

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